Opinión | 360 grados
Antes fueron los norcoreanos, ahora los chinos
Kiev habla de soldados chinos que combaten en el Donbás, territorio anexionado por Rusia, pero que Kiev sigue considerando parte de Ucrania

Zelenski pretende mantener a los Estados Unidos de Donald Trump implicados directamente en el conflicto / ROMAN PETUSHKOV / EFE
Cada vez que el Ejército ruso lleva a cabo un importante avance en la línea del frente, el departamento de propaganda de Kiev se saca de la chistera a combatientes asiáticos, a los que acusa de ayudar a la Rusia de Putin.
Primero fueron los norcoreanos, que combatían en territorio que fue siempre ruso como la región de Kursk, y de los que nunca se llegó a saber cuántos eran: circularon las cifras más fantásticas, se habló incluso de decenas de miles sin que nadie los viera realmente.
Se trataba entonces de convencer a Washington para que autorizase a Corea del Sur a suministrar a Ucrania los cazas estadounidenses F-35 que solicitaba Volodímir Zelenski para dar una vuelta al conflicto.
Ahora, Kiev habla de soldados chinos que combaten en el Donbás, territorio anexionado por Rusia, pero que Kiev sigue considerando parte de Ucrania, por lo que lo califica esa supuesta presencia militar china de “escalada”.
El Gobierno de Pekín rechaza tajantemente que se trate de soldados del Ejército chino aunque no parece descartar que entre los combatientes haya tal vez algún mercenario de ese país.
Serían mercenarios como hay tantos de países occidentales que luchan en esa guerra a favor de Ucrania. Incluso se habla de oficiales de países de la OTAN supuestamente víctimas mortales de ataques rusos.
Hay quienes dicen que, al igual que ocurrió con los supuestos soldados norcoreanos, podría tratarse de rusos de las repúblicas asiáticas de la Federación, a los que sería difícil distinguir por sus facciones de los chinos.
La verdad es la primera víctima de la propaganda bélica y esto vale en ambas direcciones.
Lo que ahora parece perseguir realmente el Gobierno de Zelenski es mantener a los Estados Unidos de Donald Trump implicados directamente en ese conflicto, como quieren también los europeos. Y las supuestas injerencias chinas sirven perfectamente a ese propósito.
No parece tampoco fortuito que el jefe del departamento de lucha contra la desinformación del Gobierno ucraniano publicase un texto crítico sobre los proyectos de inversión chinos en el mar Negro que buscan supuestamente expulsar a la OTAN de esas aguas.
Según ese funcionario, China pretende acometer un proyecto de construcción portuaria en la costa de Georgia, concretamente en Anaklia, a 30 kilómetros de un puerto que tiene la Armada rusa en Abjasia, territorio autónomo desgajado de Georgia y apoyado por Moscú.
China, que está ya presente en otros dos puertos georgianos del mar Negro, los de Batumi y Poti, justifica su presencia en Georgia porque necesita una nueva ruta para la exportación de sus productos desde Asia central a Europa sin pasar por Rusia ni Turquía.
Además, desafiando el boicot de Estados Unidos, el Gobierno de Georgia ha dotado de la tecnología de última generación de la empresa china Huawei a su red de telefonía móvil.
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