Opinión | Tribuna

Málaga

La Pasión y la memoria selectiva

Nazarenos de la Virgen del Amor Doloroso, este Lunes Santo de 2025 por la Alameda.

Nazarenos de la Virgen del Amor Doloroso, este Lunes Santo de 2025 por la Alameda. / Eduardo Nieto

Los cofrades malagueños, no todos, quizás solo los que están al tanto de la más rabiosa actualidad de las hermandades, asisten desde este pasado mes de octubre a un melodrama que este Lunes Santo ha tenido un desenlace polémico (¿casual o deliberado?) que pudo deparar dramáticas consecuancias. A la jornada le salvó un golpe de aro, literalmente.

Las reuniones de horarios e itinerarios que se celebran en el seno de la Agrupación de Cofradías suelen poner sobre la mesa muchas diferencias porque en ellas cada hermandad defiende legítimamente sus intereses. Aunque la predisposición sea buena. 

Este año, las cofradías del Lunes Santo llegaron a un 'entente cordiale' a la tercera. Pero la Pasión no estuvo conforme y no firmó un acta que, desde su punto de vista, la perjudicaba a abrir la jornada tras permutar su posición con Crucifixión. A partir de aquí se precipitaron los acontecimientos y se sucedieron las reacciones en cascada. 

Destacaba un comunicado oficial publicado por la archicofradía en la que ofrecía su versión. Desde su punto de vista, las cofradías de la jornada no habían mantenido un principio de hermandad y fraternidad. "No se ha mantenido como premisa de trabajo alcanzar la unanimidad", señalaba en la nota, manifestando que se sentía en "evidente situación de desamparo". La Pasión apelaba a la "habitual armonía y concordia con la que la jornada del Lunes Santo ha venido siempre acordando sus horarios e itinerarios a lo largo de los años".

Estos cambios no eran caprichosos. El Centro es pequeño, los tronos son grandes, no caben por todas las calles... En definitiva, nada nuevo bajo el sol. En este caso, el problema venía motivado por el acuerdo del Cabildo de la Catedral, ya adoptado el año anterior, para que todas las cofradías accedieran por la Puerta del Sol y salieran por la Puerta de las Cadenas, tras recorrer la vía sacra. Todas. También la Pasión, que era la única que durante los primeros años de vigencia del nuevo recorrido oficial y la apertura de la segunda puerta del Primer Templo, seguía recorriendo el trascoro y metiendo su procesión completa bajo las bóvedas catedralicias.

Lo que se pretendía era evitar un más que probable punto negro en el entorno de Echegaray y Granada, por la coincidencia de hasta tres cofradías (Pasión, Crucifixión y Gitanos), ya que hasta ahora, mientras que la archicofradía de los Mártires estaba en el Primer Templo, la de la Columna la adelantaba.

La Pasión tiene derecho a sentirse frustrada por la decisión de los canónigos, que se han mostrado ecuánimes y no han querido hacer excepciones. Cierto es que la Pasión, junto con Viñeros, ("pionera en la entrada a la Catedral y, siempre comprensiva con ella", dijo este año el pregonero) era la única procesión que entraba al Primer Templo antes de que el Cabildo abriera sus puertas a las cofradías. Disfrutaba de una relevante prerrogativa episcopal concedida por Ramón Buxarráis y desde 1977 podía hacer estación de penitencia, restaurando el antiguo vía crucis de cada Viernes Santo, considerado oficial de la ciudad por Herrera Oria en 1957 y hasta el Vaticano II, en 1967.

Puede ser comprensible el enojo de quienes consideran que el fin existencial de su salida es ir a la Catedral y exclusivamente ir a la Catedral. Se puede llegar a entender el disgusto, y respetarlo, y que por ello, en señal de protesta, los tronos hayan pasado este año a tambor por el palco de autoridades de la Tribuna Principal, evidenciando así el descontento con la institución que, entiende, le ha impuesto un horario que no quería, aunque ha atendido todos los recursos que la archicofradía le planteó, incluido uno tedioso de más de 40 folios que los delegados asistentes aún recuerdan entre bostezos en la penúltima asamblea. 

Ya en primera instancia, la Pasión presentó alegaciones a la permanente agrupacional, que, a su vez, las llevó a la junta de gobierno de la institución para su estudio. Tras someterla a votación, los hermanos mayores desestimaron la apelación de la archicofradía por mayoría absoluta, con la abstención de siete cofradías. Y aún así, en un penúltimo intento, fue a la asamblea. Y después al Obispado, que tumbó el recurso firmando el epitafio. 

Se puede entender y se puede respetar. Pero no se puede faltar a la verdad. Ni tener una memoria tan selectiva, o que ésta se active solo cuando interesa.

Nunca el Lunes Santo ha sido un día fácil. Nunca se ha alcanzado el consenso ni la armonía. Nunca el espíritu de hermandad ha presidido las negociaciones ni se ha buscado el bien común de la jornada. Por cinco minutos se han producido airosas discusiones. No se han firmado actas. Se han propiciado hasta históricos cambios de orden, de la última a la primera, que se han venido recordando hasta la saciedad durante 30 años... y a Dios gracias, porque sirvieron para iniciar una revolución en todos los órdenes. Se sumaron cofradías, se añadieron tronos, la tercera pasó a ser cuarta, la primera a ser tercera... ¿Cuántas veces el Cautivo no ha firmado tampoco el acta y ha tenido que transigir siendo la última un año tras otro y encerrándose a altísimas horas de la madrugada? ¿Cuántas veces Crucifixión ha planteado la necesidad de no salir tan pronto un día laborable? De eso nadie se acuerda ya. Pero, pese a la disconfirmidad, se terminaba por aceptar. Protestas también las hubo. Siempre.

La amenaza de lluvia este Lunes Santo hizo que las cofradías se comprometieran a ir reduciendo sus tiempos de paso para facilitar que las últimas corrieran el menor riesgo posible. Pero la Pasión no quiso a adelantar su hora de salida. La Pasión se negó a pasar en menos tiempo e incluso la Pasión acumuló 6 minutos de retraso en el recorrido oficial. La Pasión recorrió con absoluta parsimonia la calle San Agustín (ahí están los testimonios videográficos en las redes sociales), provocando el colapso que, precisamente la permuta de posiciones, quiso evitar en el punto crítico de siempre. Gitanos hizo un esfuerzo titánico de comprensión, digno de elogio y de agradecer, para dejar el camino expedito a las que venían detrás. Dolores del Puente utilizó 28 minutos de tiempo de paso, cuando tenía asignados 35. Cautivo aceleró su ritmo para llegar a la Trinidad y ver encerrar a la Virgen justo antes de que empezara a diluviar, plantándose en solo dos horas en la plaza Jesús Cautivo desde el Hospital Gálvez. Estudiantes también logró llegar a tiempo a su casa hermandad.

¿Casual o deliberado? En cualquier caso, sorprende en una corporación que habitualmente ha sabido usar la prudencia como estandarte y esquivar el conflicto, fieles asu carisma fundacional, alejado entonces de cualquier connotación que no fuera la exclusiva meditación espiritual, para, a través de la reflexión personal, obtener entre sus hermanos un enriquecimiento de su vida cristiana.

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