Opinión | Málaga de un vistazo

Redención, la belleza del silencio

Es en San Juan donde Cristo nos redime cada día. En el Viernes Santo el silencio se vuelve cómplice de nuestro sentir

El Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores

El Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores / ÁLEX ZEA

Olivier, por fin, nos deja y con esta última borrasca la ‘inestabilidad meteorológica’ se aleja para darnos esta ansiada tregua. Después de estos primeros días de incertidumbre, todo indica que Málaga podrá ver a sus sagrados titulares el resto de la Semana Mayor. Así lo deseamos. El viernes se despertará silente y plomizo en los corazones cofrades y el amor por el que muere Jesús toma su verdadero sentido en la Redención.

Es en San Juan donde Cristo nos redime cada día. En el Viernes Santo el silencio se vuelve cómplice de nuestro sentir. No cabe más sonoridad al contemplar al Santísimo Cristo de la Redención. El racheo de las pisadas de sus portadores ofrece un son armonioso y elegante en la noche más sombría, en la cual las campanas enlutadas tañen a aflicción. Conmociona toda una vida apreciar la excepcional imagen de este crucificado donde el ascetismo y la mística se entreveran para que el malagueño, en uno de los mayores momentos de sobriedad de nuestra Semana Santa, reciba tu abrazo y perciba su liberación.

La calle San Juan se ciñe ante tu figura. El negro ruán lo inunda todo. La cera ilumina tus pasos redentores y Málaga calla ante tu destino. La saeta rompe el silencio ante la mirada ensimismada de una ciudad que viéndote se siente rescatada de sus penalidades. El incienso crea una bruma perfilando tu silueta y de tu llaga perlas de agua fluyen como reflejo de un nuevo renacer.

La noche se acompaña de desconsuelo y tu Madre, Nuestra Señora de Los Dolores, te sigue con ternura sobrecogida en su pena. Bendita Madre. Belleza en tu muerte. Belleza en tu corazón. Belleza en tu silencio redentor: Santísimo Cristo de la Redención.

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