Opinión | Málaga de un vistazo

¡Alto al teatro!

Olvidan que si son clásicos es porque han logrado la eternidad, no la antigüedad

Aristófanes

Aristófanes / l.o.

Hay quienes piensan que los clásicos del teatro, por serlo, no son provocadores ni actuales, sino anodinos y aburridos. Olvidan que si son clásicos es porque han logrado la eternidad, no la antigüedad. Esta confusión la tuvo recientemente Mª Carmen Muñoz, concejala del PP en Linares, quien tras cinco minutos de la representación de ‘Lisístrata’, una obra teatral del comediante griego Aristófanes estrenada en el 411 a.C., la interrumpió y decidió suspenderla. En un vano intento de proteger a la desprotegida audiencia linarense añadió: «Si llego a conocer su contenido radical, no la habríamos aceptado.» Tácitamente, reconocía así que no se le ocurrió leerla, aunque fuera por encima. O qué sé yo, descargarse un resumen del Rincón del Vago (yo sí que soy antiguo). O preguntar a la IA, que es más actual. Lisístrata tiene un vocabulario descarnado, rudo, y a veces explícitamente sexual. En la cultura helena, también había lugar para lo irreverente y zafio, lo surrealista y lo escatológico, aunque sólo recreemos en la mente arquetipos idealizados de aquellos atenienses. A la vez que escupe contra la guerra, Aristófanes exalta las orgías y deleitarse con ricos manjares y licores. Pero para esta concejala, la Atenas de hace veinticinco siglos le pareció subversiva para sus convecinos. Leí una reflexión acertada de la escritora Irene Vallejo Moreu sobre ello: Aristófanes ha llegado a nosotros en trescientos manuscritos conservados entre los siglos X y XVI por monjes escribas que los cuidaron y copiaron en monasterios medievales. Y, sin embargo, ¿son hoy tan escandalosos que se impide su representación teatral? Algunos no parecen conocer el mito, porque siguen en la caverna.

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