Opinión

Gratitud

Cortejo multicolor de nazarenos el Domingo de Resurrección.

Cortejo multicolor de nazarenos el Domingo de Resurrección. / Eduardo Nieto

Soy semanasantero porque, gracias a Dios, estoy rodeado de amigos cofrades que con sus obras me demuestran que estoy a años luz de ellos. Estoy a años luz de su sacrificio, de su esfuerzo, de sus renuncias, de su altruismo ¡altruismo!, de su amor, de su paciencia, de su generosidad y de sus innumerables valores. Siempre he sido consciente de que las cofradías malagueñas están sostenidas por un grupo de treinta o cuarenta personas que trabajan durante doce meses para que el resto de hermanos y semanasanteros disfrutemos de una celebración “a mesa puesta”. La Navidad y la Semana Santa a veces se tocan, y, al igual que en muchas cenas de Nochebuena hay uno o dos familiares que se echan la cocina a las espaldas, en nuestra Semana Santa hay mil o dos mil criaturas que se machacan y acaban exhaustas para deleitarnos con un maravilloso espectáculo “servida en bandeja (de oro)”. Tengo la inmensa fortuna de contar con colegas hermanos mayores, tenientes, fiscales, albaceas, secretarios, músicos, capataces… y cuando les leo por los grupos de WhatsApp, los veo currando en fotos o les escucho reflexionando en voz alta 24/7, uno no puede más que sentir respeto y un agradecimiento máximo por su entrega y altruismo ¡altruismo!

Por eso, aunque no lo parezca, cada vez me da más pudor mojarme con cualquier polémica relacionada con la Semana Santa, ni mucho menos criticar con fiereza la controversia del día. Pudor que es perfectamente compatible con el sentimiento de que la Semana Santa está tomando una deriva superficial e irreverente. Uno lee, ve y escucha cosas que le aterran y le hacen pensar que estamos “cabalgatizando” nuestras procesiones, pero lo cierto es que la Semana Santa no deja de ser un espejo de nuestra sociedad y que, por ende, un mundo narcisista, virtual, globalizado, polarizado, tóxico, histriónico y con poca querencia a la responsabilidad da pie a una Semana Santa que adolece de esos mismos defectos.

Cuando ese pensamiento negativo se apodera de mí y me lleva incluso a renegar de nuestra fiesta, siempre entra en escena uno de esos maravillosos cofrades para recordarme que, en sus manos, en sus espaldas y en su mente está la verdad y la belleza de nuestra Semana Santa

Pero cuando ese pensamiento negativo se apodera de mí y me lleva incluso a renegar de nuestra fiesta, siempre entra en escena uno de esos maravillosos cofrades para recordarme que, en sus manos, en sus espaldas y en su mente está la verdad y la belleza de nuestra Semana Santa. Ellos, con mayor o menor fortuna, también proclaman el Evangelio. Ellos, a veces sin darse cuenta, son testigos y transmisores del mensaje de Jesús. Ellos, con sus valores y en sus acciones, tienen una honda raíz cristiana y, pese a los deslices, ellos forman parte de uno de los pocos colectivos que no se mueven por dinero, sino por altruismo. ¡Altruismo! Y en eso sí que pueden presumir. Y, aunque los defectos hagan mucho ruido, ahí, en la bella discreción de la obra social, de la conservación del patrimonio y en su catequesis plástica… ahí está Dios. Yo he visto a Dios en sus obras.

Ahora, en el final de la semana soñada en la que conmemoramos la resurrección de Jesucristo, no debemos olvidar que hemos vivido, sentido y disfrutado gracias al núcleo duro, a los “machacas”. A “los de siempre”. Y a todos ellos, el mayor de los honores y el mayor de los agradecimientos. Que vuestros titulares os lo premien más que a nadie. Y a los semanasanteros como yo, dos preguntas:

¿Algún día devolveremos -cuando las circunstancias nos lo permitan- todo lo que se nos ha dado?

Si no podemos sumar, ¿tenemos legitimidad para restar?

Queridos cofrades: gracias. Sin vosotros, hoy no tendríamos el corazón llenito. Uno puede fallarle a la Semana Santa, pero la Semana Santa (los cofrades) nunca nos fallan. Nunca lo hicieron y nunca lo harán.

Abajo el telón.

PD: Entre bastidores, con el clac-clac de la recogida de sillas como banda sonora, los cofrades siguen trabajando. La Semana Santa de 2026 está a la vuelta de la esquina.

Tracking Pixel Contents