Opinión | Viento fresco

Málaga

Poder y disfrute

Soraya Sáenz de Santamaría, la otrora poderosa ministra con Rajoy dice que no disfrutaba el poder. Caramba, ahora resulta que era partidaria de placeres sencillos...

Soraya Sáenz de Santamaría.

Soraya Sáenz de Santamaría. / EFE

«Me tocó ejercer el poder pero nunca lo disfruté». Lo dijo ayer Soraya Sáenz de Santamaría, aquella que un día dejó su bolso en el escaño de Rajoy mientras éste se cocía a base de buen whisky y se olvidaba de la moción de censura en un restaurante cercano al Congreso de los Diputados. 

Es una confesión interesante. Chocante, llamativa. Uno es más dado a imaginar al gobernante acariciando un gato, feliz, tomando decisiones y jodiendo al súbdito, o haciéndole una autovía, pero con singular felicidad y alegría. Y pedazo de nómina. Pero resulta que hay quien no lo disfruta. Tal vez fue que le dieron un coche oficial incómodo. O que tenía que madrugar. O que cierta prensa le atizaba mucho y le producía hemorroides. 

Sáenz de Santamaría, que mandaba mucho, casi tanto como ahora María Jesús Montero, casi tanto como en su día, ¿se acuerdan? María Teresa Fernández de la Vega, dijo tal frase en una comparecencia en el Congreso para hablar de la policía patriótica. La oposición cree que dirigentes del Gobierno montaron una brigada a lo Mortadelo y Filemón para espiar a los indepes e indagar ilegalmente los zascandileos de Puigdemont. Hay evidencias aunque no pruebas concluyentes. O sí. En la citada comisión está Ione Belarra, con la que Santamaría polemizó ayer. Belarra sí tiene rictus de no disfrutar con lo que hace, pero no quiere dejar de hacerlo por tratarse de un modo agradable y lucrativo de ganarse la vida. 

A lo mejor dentro de unos años nos confiesa que estos tiempos fueron para ella de sufrimiento: lo hará seguramente con una hipoteca pagada gracias al sufrimiento de sueldo de estas legislaturas en las que por lo que sufre es por no ser ministra. 

Aquí todo el mundo sufre, a lo que se ve. Santamaría negó conocer al comisario Villarejo, que conoce a todo el mundo. Y defendió al CNI, que dependía de ella. Hay que ser muy torpe para no disfrutar el hecho de que los espías dependen de ti. 

Los mortales comunes nos tenemos que conformar con leer el Hola pero si tienes a los espías puedes saber de todo sobre casi todo el mundo. Incluso sobre usted, que navegando en esta web está dejando un rastro. Si me lee en papel, tenga ojo con el kiosquero, nunca se sabe. Ni hay oficio en el que se acceda a tanta información.

Soraya Sáenz de Santamaría habla de disfrutar del poder como el que habla de los espaguetis carbonara. A lo mejor es más de los placeres sencillos. Un espionaje sencillo, una policía patriótica sencilla, un bolso sencillo. Quién sabe. Ella.

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