Opinión | Viento fresco

Pedantes de la leche

Hay quien necesita la de soja, tiene prescrita la desnatada o ve en la de avena una forma de redención. Vale. Pero también hay mucho plasta

Un camarero echa leche a varios cafés

Un camarero echa leche a varios cafés / L.O.

Preguntar por los tipos de leches es la nueva forma de pedantería . Hay quien necesita la de soja o tiene prescrita la desnatada o tiene comprobado que la de almendra le alegra las pajarillas. Y quien ve en la de avena una forma de redención. Vale. Pero los hay que lo que necesitan es exhibir su erudición láctea, su conocimiento variado de las tendencias lechosas. Alardean de sus saberes y a los que, acerca de la leche, nos limitamos a decir «templada» nos tienen como unos simples. Qué opinarán de los que toman el café solo.

Pero lo mejor es cuando el camarero tiene 27 mesas que atender, cada una con sus cuatro, cinco o seis desayunantes o merendadores y el puntilloso lechoso comienza el recital : ¿tiene de soja?, ¿tiene de avena?, ¿tiene sin lactosa?, ¿qué tal es la de almendras? Y eso si no preguntan directamente por la vaca y su filiación: ¿tiene leche asturiana, pero no de Cantabria, de Asturias?

-Voy a ver, a lo mejor tengo una botella ahí entre los anacolutos, el chocolate sin chocolate y la manteca de pezón.

Una vez dijo alguien que hemos complicado tanto la vida que entras a una panadería y te preguntan qué quieres.

El repertorio de leches no para de crecer sin que vea uno que estamos más sanos. Sí más caprichosos. Te da complejo pedir un café con leche sin añadir coletilla.

Del tipo de vaso hablamos otro día. Bueno, hoy: a mí, en taza grande de colorines si es para desayunar pero en vasito de cristal el resto del día. La cofradía del carajillo es menos complicada, aunque ya va uno documentando casos de gente que le pone pegas al coñac de toda la vida y a la palabra carajillo, de inequívoco significado, le añade: de whisky.

Me he tomado esta mañana una lechecita de avena con cereales y antes un zumo de papaya natural que me ha dado la vida, te dice tu vecino regordete con el Ducados en la boca después de culminar un almuerzo en Txuletoso, pongamos por caso, el último restaurante en llegar a su barrio. Tal vez pida un cortadito, que con el diminutivo parece más sencillo. Pero a ver qué cortadito. A ver, qué leche me vas a poner. O sea, todo un sindiós descafeinado.

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