Opinión | En corto

La revolución secreta de Francisco

Conforme se apagan los ecos dejados por la fuerza de su palabra, muchos católicos descubren ahora que el gran reformador no había hecho ninguna reforma. Esto, desde mi punto de vista, no le resta méritos, pero al parecer ahora los grandes electores se encuentran con la herencia terrible de una enorme floración de cardenales de la más variada estirpe sin que para organizar el caos haya dejado al menos nuevas reglas que sustituyan a los tradicionales cabildeos por sectas, capillas, países y grupos de poder. Así que, aparte de la de hablar yendo al grano y no a la paja, da la impresión de que la gran revolución de Francisco, harto de no poder con un aparato insumiso y terco, ha sido la de promover la entropía en la base del Sacro Colegio, para que tropezándose los purpurados unos con otros sin saber quién es quién, pueda ocuparse directamente de la elección el Espíritu Santo.

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