Opinión | ZONA PRESS

A un paso de la gloria

David Kravish y Dylan Osetkowski se chocan la mano en el AEK-Unicaja.

David Kravish y Dylan Osetkowski se chocan la mano en el AEK-Unicaja. / BCL

Lo pasó mal Unicaja en su semifinal de la Final Four de la BCL, partido que le enfrentó el pasado viernes al anfitrión, el AEK de Atenas. Quizás el poco acierto en el tiro de tres puntos (se fallaron veintiséis lanzamientos) pudo ser clave en ese mal partido de los malagueños. También el planteamiento de partido de los griegos, que hicieron un partido muy físico castigando a ciertos jugadores de Unicaja haciéndoles defender en el poste bajo. Y el magnífico partido que hizo su pívot Golden, un jugador que parece de otra época anterior pero con el que no pudieron los grandes de Unicaja. Diecinueve puntos hizo el americano.

A pesar de esa falta de acierto, Unicaja controló el partido en la primera parte con ventajas no muy amplias, pero sí suficientes. No se anotaba desde fuera, pero la defensa hacía jugar cinco contra cinco a los griegos provocando pérdidas que en muchos casos acababan en contraataques de los malagueños. Todo parecía indicar que en cuanto llegara ese acierto desde la línea de tres puntos se podía romper el partido. Pero este acierto nunca llegó. En el tercer cuarto esos fallos crearon dudas y suele pasar que cuando no anotas defiendes menos. Esto lo aprovechó AEK, puesto que mantuvo ese plan de jugar cerca del aro y además, las dudas de Unicaja conllevaron pérdidas que propiciaron canastas fáciles para los griegos en contraataques tras recuperación.

Ya no solo eran las dudas que se generaron en Unicaja, es que AEK empezaba a pensar que podía ganar el partido. La diferencia en el marcador a favor de los de Ibon Navarro no solo se esfumó, es que AEK empezó a obtener ventajas en el marcador que fueron de hasta ocho puntos. Los griegos ganaron ese tercer parcial veinticuatro a trece.

Pero en el último cuarto, Navarro puso un quinteto muy defensivo en pista. Y es que cuando no se anota de tres hay que buscar otros caminos. Entonces, Unicaja se centró en defender perfecto y destrozar a los griegos con el rebote de ataque (diecinueve cogieron). Punto a punto iban acercándose en el marcador y por fin Sima anuló a Golden que, hasta entonces, parecía imparable. Un tapón estratosférico de Taylor seguido de un triple de Perry (curioso que fuera con un triple) metieron de lleno al Unicaja en el partido. Cuatro recuperaciones seguidas en cuatro defensas de Carter mostraron que el partido no se iba a escapar porque Unicaja había ido a Atenas para ganar el título. Y un parcial en el último cuarto de diez veintiuno rubricó una victoria sin brillo, sin jugar su mejor baloncesto, pero una victoria importantísima y de un valor incalculable porque cuando no se está acertado se puede ganar de otra forma. Ya quisiera Tenerife haber ganado sin brillantez su semifinal.

Además, hoy ya nadie se acuerda de que el partido del viernes no fue bueno. Eso no es relevante. Hoy se juega la final a las 19.00 horas y frente el Galatasaray. Hoy Unicaja volverá a ser favorito y ese es un traje que a Unicaja no le sienta bien. Pero este equipo ha evolucionado. Quizás el año pasado o el anterior un partido como el del viernes se hubiese escapado. Pero ahora no. Este equipo ha aprendido a jugar mal y ganar. Este equipo es insaciable. Después de ganar esta temporada la Copa Intercontinental, la Supercopa ACB y la Copa del Rey, otros jugadores se echarían a dormir ya hasta la temporada que viene. Pero estos no, estos chicos tienen una ambición infinita y ellos mismos marcaron en rojo en el inicio de la temporada el once de mayo como el día que con un porcentaje más alto de probabilidades podrían disputar un título. Y van a cumplir.

Y esto no es hacer de menos a Galatasaray. Los turcos son mejor equipo que AEK de Atenas. De hecho, en Turquía ya ganaron a Unicaja y en el Carpena hicieron un partido más que digno. Después de ganar su semifinal frente a Tenerife, además, tendrán la moral por las nubes. E incluso puede darse la circunstancia de que se haya producido un masivo viaje de aficionados turcos para ver la final de su equipo, cosa que no sucederá con la afición cajista por aquello de la distancia.

Pero si los turcos están eufóricos por estar en la final, los malagueños también. Y hoy estoy seguro que harán un partido muy serio para no dejar escapar la oportunidad de levantar el cuarto título en una temporada. Se dice pronto esto, el cuarto título. Ya si encima aparece el acuerdo desde la línea de tres puntos apaga y vámonos.

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