Opinión | Tribuna
¿Fiesta de los maniquíes?
Propuestas lúdicas intempestivas

Golpes Bajos. / l.o.
En un lúcido ensayo titulado “Todos santos, día de muertos” el escritor mexicano y universal Octavio Paz afirma que el pueblo mexicano (como el andaluz, añado yo) es un pueblo ritual. Encuentra cualquier pretexto para interrumpir el curso del tiempo con ceremonias y fiestas: “el tiempo deja de ser una sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es, originariamente: un presente en donde pasado y futuro al fin se reconcilian”. Algo especialmente significativo, si tenemos en cuenta que nuestra existencia mortal es, fundamentalmente, la gestión del tiempo. Y nos recuerda el poeta que la fiesta (como diálogo con los parientes, los amigos, la patria o la divinidad) es el único lujo de los países pobres. En los países ricos hay pocas fiestas y son meras aglomeraciones de solitarios, porque “no hay tiempo ni humor”. Aparentemente, no hay necesidad de fiestas. Un buen argumento para “aguafiestas” como los genocidas, los mitómanos, los mercaderes y especuladores sin escrúpulos a tiempo completo y los aspirantes a “gran dictador”.
En la canción “Fiesta de los maniquíes” (1984) del grupo gallego Golpes Bajos el ritual de la suspensión del tiempo que acontece aquí no es el de los chorizos parrilleros, las salchichas y chuletas, con perdón, de “La barbacoa” (1994) de Georgie Dann, sino el que protagoniza un grupo de cuerpos rígidos y perfectos, con miradas de cristal y gargantas secas, que bailan en una fiesta carente de vida [Rígidos los cuerpos/ Los maniquíes bailan/ Con el rojo de sus labios/ El brillar de su cabello/ Miradas de cristal/ Bajo el saxo envueltas/ Perfecciones en los rizos/ Sus gargantas secas]. ¿Es esto una auténtica fiesta? Los maniquíes intocables van a lo suyo, como en una procesión de amantes del poliuretano, agitándose por la pulsión de muerte freudiana, sin necesidad de chuparse los dedos ni mostrar sus solomillos como en la canción del clarinetista francés. Pienso que es una buena metáfora para ilustrar las tesis del filósofo, escritor y cineasta francés Guy Debord, quien denuncia en La sociedad del espectáculo (1967) que la sociedad del ocio actual pone ante nuestros ojos una “alienación a posteriori”, caracterizada por la pasividad y la falta de libertad en las horas de ocio. El espectáculo es aquí sinónimo de alienación, porque “aleja al ser humano de la verdadera vida”.
Mi propuesta intempestiva es examinar como guía provisional, las interpretaciones de la fiesta que sugiere Octavio Paz, reflexionar sobre el culto al ocio de nuestros días, en el que todo se mercantiliza, de la mano de Guy Debord, como prolegómeno para intentar seducir a lector atento de las virtudes de la fiesta perpetua de Nietzsche y de la fiesta de la igualdad que promueve Rousseau en su Carta a D’Alembert como goznes del arte colaborativo, a pesar de su distancia especulativa. Todo ello es el fruto de un diálogo fructífero que pude sostener en el Ateneo de Málaga el pasado 8 de mayo, en la Sala Muñoz Degrain, con Marta González Ortegón (1999) investigadora de Posgrado de la Universidad de Sevilla y vocal de Pensamiento Joven de la Olimpiada Filosófica de Andalucía de la Asociación Andaluza de Filosofía que me honro en presidir. Diálogo que, afortunadamente, se enriqueció poderosamente con las aportaciones de los asistentes, como podrán comprobar más adelante.
Octavio Paz piensa que la interpretación de la fiesta de los sociólogos franceses de principios de siglo es incompleta, pero no está desprovista de interés. Se trata de una especie de gasto ritual. Los sacrificios y las ofrendas calman o compran a dioses y santos, y el despilfarro y el desperdicio que se produce fortalece a la comunidad al considerarse una inversión que atrae la abundancia”. Más bien es el advenimiento de lo insólito. Las fiestas nos transportan a un “tiempo y mundo encantados”, regidos por normas morales, reglas económicas y una lógica inusuales y contradictorias con las establecidas, de tal manera que “desaparece la noción misma de orden. El caos regresa y reina la licencia. Todo se permite”. En consecuencia, la fiesta es una revuelta, “una súbita inmersión en lo informe, en la vida. La sociedad se disuelve, se ahoga en su propio caos o libertad original. Pero la muerte ritual, fruto del desorden, permite el regreso “a un estado remoto e indiferente, prenatal o presocial”, es decir, provoca el renacimiento tras la purificación, como los amantes que se recuperan tras la pérdida inicial en la unión con el otro. Finalmente, no hay que perder de vista que la fiesta (laica o religiosa, orgía o saturnal) es un hecho social basado en la participación: “muerte y vida, júbilo y lamento, canto y aullido se alían en nuestros festejos, no para recrearse o reconocerse, sino para entredevorarse”, afirma Octavio Paz.
El filósofo catalán Josep Muñoz Redón sostiene en su libro, Prohibido pensar. Parásitos versus catalizadores del pensamiento (2010) que la sociedad actual es la sociedad del ocio y, por tanto, estamos obligados a divertirnos en todos los escenarios posibles: en la cama, en la cocina, en el trabajo, en la escuela, cantando, rezando etc. La omnipresencia del culto al ocio lo mercantiliza y banaliza todo y la diversión, el entretenimiento, es lo valioso, el criterio de elección que empleamos para juzgarlo todo –incluso el arte o la educación-. El primer análisis de la industria cultural y la sociedad de masas lo ofrecieron los filósofos de la Escuela de Frankfurt. Al convertir la cultura es mercancía se estandarizan los gustos del público, se le ofrece estereotipos de baja calidad con el fin de favorecer el consumo y eliminar riesgos. Por este motivo, para pensadores como Adorno, la diversión es distracción, fuga de la realidad, evasión, falta de compromiso, y se emplea como factor de control psicológico.
Según Marx, hay una “alienación a priori” en el trabajo: en la sociedad burguesa el asalariado sólo es valorado por lo que produce, convirtiéndose en un objeto y el capitalista se queda con gran parte del valor del producto al comercializarlo. Para Guy Debord, la sociedad del ocio representa una “alienación a posteriori”, caracterizada por la pasividad y la falta de libertad en las horas de ocio. Usamos el tiempo libre para reponernos del trabajo (no para nuestra elección consciente y reflexiva). De este modo el tiempo libre se convierte en una mercancía consumible. Por todo ello, la dominación capitalista no sólo tiene lugar en la producción, extendiéndose a todos los ámbitos de actividad humana. Cuanto más contempla el espectador, menos ve.
En el libro Homo Ludens (1938) el historiador neerlandés Johan Huizinga argumenta acertadamente que la cultura humana surge y se desarrolla a través del juego (una acción libre sin interés material que absorbe al jugador y se desarrolla dentro de reglas). Examina cómo el juego está relacionado con la belleza, la competición y la poesía, y cómo la sabiduría griega surgió del ocio más que de la escuela. Antes de convertirnos en Homo ludens, Linneo nos bautizó como Homo sapiens en 1758, y el filósofo francés Henri Bergson eligió en 1907 como nuestro elemento diferenciador, la de ser Homo faber, seres dados a fabricar, a la producción.
Sea como fuere, no hay fiesta ni juego sin diversión y, si me apuran, sin la confrontación con lo serio. La broma, lo cómico y hasta lo insensato también forman parte de su campo semántico. Y estas categorías pertenecen propiamente al ámbito de lo estético, al margen de consideraciones morales, psicológicas y emotivas Y como buena experiencia estética, según Kant, nos proporciona conocimiento, placer y nos suscita el juicio del gusto. En definitiva, suscribo con Huizinga, que el juego y la fiesta son las claves para la construcción de la cultura.
Nietzsche personifica en los dioses griegos Apolo y Dionisos dos ideales estéticos y fuerzas artísticas que reflejan impulsos y perspectivas vitales que se contraponen, limitan y estimulan: forma y vida, sueño y embriaguez, figuras e imágenes frente al ímpetu vital. Pero la apelación al placer en la fiesta podría ser complementada y hasta unificada con las formas bellas, acabadas, armónicas y perfectas de lo apolíneo, la arquitectura y la escultura, de la mano de la vida contemplativa, como sucedía en la tragedia griega, según el autor de Así hablo Zaratustra. Se trata de asumir y celebrar la vida en su plenitud, sin desdeñar, en principio, el placer ni la contemplación. Esta es la apuesta de la joven filósofa Marta González Ortegón en su búsqueda de la fiesta ajustada a la vida, una fiesta de superhumanos, en las antípodas de la fiesta de los maniquíes y en el marco de lo estético. Una fiesta que recupera la vitalidad del carnaval desde los tiempos del medievo y abraza la presencia de lo insólito, el espíritu de la revuelta, el renacimiento tras la purificación y la comunión de la sociedad consigo misma.
En la Carta a D’Alembert, Rousseau nos habla de una fiesta en la que se logra la suspensión momentánea de la desigualdad huyendo del espectáculo. En ella se garantiza la participación de todos, provoca un estado de ánimo colectivo del que brota el sentimiento de “ser igual” a los demás, propicia el reconocimiento recíproco (la identidad de actores y espectadores) y muestra la doble función del ciudadano y de la libertad como sometimiento a las leyes que la ciudadanía se ha dado a sí misma: la comunidad se restaura en la fiesta a la luz de la diosa Razón. Pienso que es una forma de celebración de la vida que nos permite limitar y el individualismo nietzscheano, lanzándonos a propuestas como el arte colaborativo en el marco de la estética del cuidado.
La celebración de la vida, de una “vida emocionada” es también la flecha que señala la brújula del infatigable Presidente de la Asociación Económica de Vélez-Málaga y su Comarca, Juan A. Santaolalla Fernández. Defiende con su testimonio encarnado que el único secreto la fiesta de la vida consiste en hacer lo que nos emociona. De no ser así, corremos el riesgo de convertirnos en maniquíes, cuerpos rígidos y perfectos, con miradas de cristal y gargantas secas.
- La emblemática zapatería malagueña Calzados Gody echa el cierre a su última tienda
- El SEPE lo hace oficial: quitará el subsidio a los parados que no hagan este trámite
- Pedro Calle y María Luque, los nuevos guapos oficiales de Málaga
- Descarrila un tren vacío en Málaga y suspende el servicio de Cercanías a partir de las 20.00 horas
- La avispa asiática invade la provincia de Málaga
- Los “mejores bocadillos” de toda Málaga se hacen en uno de los lugares más conocidos de la capital: “Son brutales…”
- Este es el chiringuito de Málaga que enamora a Carlos Herrera: 'Los mejores boquerones fritos de España
- Calendario escolar en Málaga: estas son las fechas de inicio y fin del curso 2025-2026