Opinión | Análisis
Lluís Pérez
Dos deseos para el genio de Eurovisión
Melody es la única diva de corte clásico de toda la final, un perfil que siempre tiene su segmento de público

Melody, representante de España, en una de las fotos promocionales de Eurovisión. / RTVE
Eurofans, ¡llegó el día! Para quien escribe, el día de Eurovisión es un día de fiesta, de celebración, de reunirse con amigos -cerveza en mano- y sentarse frente al televisor para disfrutar, divertirse y comentar -entre actuación y actuación, obviamente- la competición musical más importante. A uno que no le apasiona el fútbol, el día de hoy se convierte en toda una final de la Champions League, más en una edición como esta, a priori tan abierta. ¿Quién ganará? Difícil respuesta. No todos los 26 países clasificados para la final optan al micrófono de cristal; pero, a diferencia de otros años, en la terna hay al menos seis aspirantes al triunfo. No, Melody no estará entre ellos, pero tiene su propia batalla: la de librarse del temido bottom5, es decir, tratar de no quedar por debajo del puesto 20, al que España está abonada desde hace década y media con honrosas excepciones: las de Chanel, Pastora Soler, Ruth Lorenzo y Blanca Paloma; sí, un puesto 17 con 100 puntos. Esta semana dio un ejemplo más de por qué la ilicitana es una de nuestras mejores representantes, al ser la única española en adherirse al escrito de antiguos participantes pidiendo la expulsión de Israel, ese país genocida al que Eurovisión mima; algo incomprensible en un evento que, en teoría, ensalza valores como el respeto, la igualdad y la diversidad. Hay mucho de fachada últimamente.
Volvamos a lo importante. ¿Quién ganará esta noche Eurovisión? Vistas las actuaciones de las semifinales, creo que Suecia se llevará el gato al agua. No es solo porque lidere las casas de apuestas -son, únicamente, un termómetro-, sino porque la canción es buena, pegadiza y, visualmente, la actuación es redonda. Tiene, también, el ingrediente de la diversión y el de ser una propuesta para todo tipo de público; «para el abuelo y el niño», como se define el Grand Prix. Su reto es convencer a los jurados profesionales, quienes impidieron las victorias similares de Finlandia en 2023, frente a Loreen, o de Croacia en 2024, frente a Nemo. Si ganan, el país de Abba se convertirá en el mejor de la historia de Eurovisión con ocho victorias; actualmente, comparte liderato con Irlanda, quien no gana desde 1996, hace 29 años. No lo tendrá fácil porque peleará con una Finlandia potente, es la única que mostró un aura de ganadora en las semifinales; con Austria, quien se llevará a priori el voto del jurado con un final apoteósico, pero algo hierático; con Países Bajos, que encandilará al público generalista; y con Suiza, Albania o Francia. Demasiados pretendientes para un único anillo, pero ¿no lo hace eso más emocionante?
Las posibilidades de España
Hablemos de España. Melody actuará en sexta posición, alrededor de las nueve y media de la noche. La suerte ha querido adjudicarnos la primera mitad en el sorteo de actuaciones por quinto año consecutivo. Desde Amaia y Alfred, segundos en 2018, no nos situaba la Unión Europea de Radiotelevisión (UER) tan pegados al inicio de la gala. La delegación española había deslizado, incluso, que no les importaba abrir la gala. ¿Es un mal puesto? Sí y no. Más allá de las estadísticas, el orden de actuación importa poco para quienes compiten por alzarse con el triunfo. Ucrania quedó tercera el año pasado desde el dos y Chanel hizo lo propio actuando en décima posición, justo antes de Ucrania, quien ganó la edición de 2022 tres meses después de la invasión rusa. No soy demasiado optimista sobre las perspectivas de la sevillana, aunque su ascenso en las casas de apuesta es imparable, desde el 36 al 12. Su canción no me gusta especialmente, menos desde su reconversión de ‘Caribe Mix’ a la electrónica. Y su propuesta, de más a menos como ya comenté el miércoles, no creo que sea tan convincente como para hacer que un telespectador levante el teléfono y se deje unos euros en emitir su voto. Vaticino un puesto por debajo del 20, pero tampoco me sorprendería si ascendiera hasta el 17. No le veo mucho más recorrido. Sin embargo, no conviertan mi predicción en verdad absoluta porque, como demostró la primera semifinal, Eurovisión sigue teniendo un punto impredecible. En estas mismas páginas, pronostiqué un innegable top10 para Blanca Paloma y su ‘Ea, ea’ -lo merecía, lo sigo pensando- que, lamentablemente, no se produjo. Los pírricos cinco puntos del televoto siguen doliendo.
A favor, Melody es la única diva de corte clásico de toda la final, con el permiso de Polonia. Erika de Finlandia es una diva rockera, sin duda. El perfil de diva tiene su segmento de público en Eurovisión, nadie lo duda, y eso le puede dar algún punto imprevisto. Otro de sus aliados puede ser el bajo nivel musical de la presente edición, en la que pocas canciones son rotundas e incontestables solo por sus cualidades compositivas. Hay menos potentes con quien comparar y ahí se pueden rascar puntos adicionales. En contra está, sin duda, el componente geopolítico. España tiene pocos vecinos y tampoco cuenta con países que, independientemente de la propuesta, nos voten por tradición. Es lo que le ocurre, por ejemplo, a Ucrania, el único país que se ha clasificado en todas las ediciones para la gran final. Este año, había dudas ante una propuesta más descafeinada, pero al final consiguió el pase. El desglose de las semifinales dirá por cuánto.
Dos deseos
Si el genio de Eurovisión tiene a bien concederme un deseo lo tengo claro: el triunfo de una canción fresca, sencilla y escuchable, como lo fue Lena y su ‘Satellite’ por Alemania en 2010. Es lo mejor que le puede pasar a un concurso musical y televisivo, en donde la segunda parte -la audiovisual- está tomando el mando. El objetivo consiste en escoger la mejor canción, recuerden. Si este deseo viene de la mano de la victoria de un país pequeño -Albania o Luxemburgo-, el festival tiene la oportunidad de atraer de nuevo a las televisiones modestas que han ido quedándose por el camino, para quienes Eurovisión se ha convertido en un lujo. Disfruten esta noche de la música y de la compañía. Queda por responder la pregunta esencial: ¿Quién ganará Eurovisión 2025?
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