Opinión | Para empezar

Los caracoles y los okupas

Guardia Civil acude a un desalojo.

Guardia Civil acude a un desalojo. / l.o.

Los caracoles arrasan con todo por donde pasan. Cuando volví a casa de mis abuelos en Antequera, abandonada desde que ellos se fueron a vivir con mis padres, todo el patio de flores estaba lleno de cientos de invertebrados posados sobre las macetas. Los fui quitando uno a uno y metiéndolos en bolsas como a delincuentes que habían cometido un delito en una prisión. Habían devorado el jardín en el que en las noches de verano olía a albahaca, rosa y jazmín acompañados por los vivos colores de los pensamientos y las frágiles violetas escondidas debajo de la escalera. Pero lo peor estaba por venir, y fue cuando sus dueños fallecieron con muy pocos meses de diferencia, como si les conectara el mismo cable que les daba la luz. Entonces volví a ese patio y una siniestra enredadera lo cubría todo. La dama de noche ya no estaba ni el ficus gigante al que mi abuelo tanto temía por si sus raíces entraban en la casa del vecino.

Ahora han llegado los okupas como babosas que buscan un caparazón ajeno para resguardarse. Cambiaron la cerradura y comenzaron a sacar afuera todas las cosas de mis abuelos. Tiraron sus muebles, esos que habían permanecido años inalterables al paso del tiempo, congelados en esos veranos en los que yo disfrutaba del pueblo y era feliz simplemente con que me pusieran de cenar huevo y patatas fritas y me invitaran a un helado alguna tarde de paseo.

Las casas con desacuerdos entre herederos son un campo abonado para los okupas. Hablé con mi madre y le pregunté: ¿Qué crees que pensaría la abuela de todo esto? Mi madre me dijo que ella estaría contenta de dar un hogar a alguien que lo necesita. Reflexioné sobre ello y no sentí rabia. Si la propiedad se hubiera vendido, todas las pertenencias también hubieran acabado en el contenedor. Es una casa de pueblo que se desmorona sin vida por desavenencias familiares. Pese a ello, no creo que nadie tenga derecho a usurpar el patrimonio de mi abuelo, un hombre que trabajó muy duro para construir esa vivienda y dar un hogar a su familia en la posguerra. n

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