Opinión | Viento fresco
Niño, sube unas fantasias a la 414
El director del Parador de Teruel creyó tener el puesto de su vida. Pero ahí estaba el hombre, en el Senado, relatando la (no) juerga descomunal con Ábalos y señoritas

El exministro de Transportes José Luis Ábalos / Alejandro Martínez Vélez (EP)
La empresa Paradores es un destino soñado. Era. Ahora todo son complicaciones y que si Ábalos estuvo allí, fornicó allí, rompió un cenicero acá o durmió en el Parador de Almuñécar o en el de Soria. Hace unos días salió el director del Parador de Teruel a desmentir que Ábalos hubiera montado una fiesta de no te menees en las instalaciones de tan bello lugar. No, dijo, el buen señor. Vino en coche oficial pero estuvo tranquilito. Lo dijo en el senado. En una comisión de investigación. Que el director del Parador de Teruel acapare los focos mediáticos y la atención de sus señorías es cosa que solo debe pasar cada glaciación. Es algo así como que todo el mundo quisiera conocer el testimonio de un sastre de Alfarnate o un menestral de Trujillo.
-Esto, Mari Carmen, va a ser un retiro dorado. Ya verás, que felices y tranquilos vamos a estar. Un Parador, sí, y encima en Teruel: nadie va a reparar en mí.
La ilusión era esto.
La presunta juerga ocurrió, mejor habría que decir no ocurrió, hace cinco años, en septiembre de 2020, en un mes en el que, en Teruel, apetece ya dormir con mantita y compañía. Ábalos ocupó una de las dos suites del Parador, inspirado en el arte mudéjar. Otros dirigentes socialistas pernoctaron también a costa de las arcas públicas. Con lo bien que se desayuna en los paradores. La felicidad es bajar y encontrar en tu mesa un cartel que reza: «Los currucos de pan se los hacemos al momento». La oposición salió defraudada de la citada comisión. Esperaba un relato de las Mil y una Noches. Un relato de juergas, achampanamiento, esnifes, escándalos y gente en pelotas circulando por los pasillos como si de una película de Ozores se tratara. Que en paz descanse. Con Esteso y Pajares pidiendo whiksy Dyc y aceitunas rellenas de anchoas. Al PP le hubiera venido bien una juerga de Ábalos, que ya tiene bastante con las que se corría a la salud del PSOE como para contentar también al peperío, parte de cuya parroquia asiste a todo esto con una mezcla de indignación y envidia.
Lo de Ábalos es impresentable pero ahí para cuando deje de ser diputado y se aclare su futuro judicial ve uno un futuro como conferenciante narrador de juergas. Hay gente que no sabe corrérselas y necesita y necesita que otros les cuenten las suyas. Es igual que la gente que no tiene un duro y necesita leer las revistas del corazón para ver cómo viven los ricos y qué problemas tienen. ‘Aquí no estuvo Ábalos’, podrían poner en algunos paradores a modo de reclamo. Lo mismo, a la inversa, que esos bares donde pone ‘Aquí estuvo Hemingway’. Ábalos estuvo aquí: fetichistas los hay de toda repugnancia.
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