Opinión | En corto

Regalos inesperados

El consumismo, basuras aparte, va dejando un rastro de objetos sin uso que colocamos donde podemos. El negocio de venta y alquiler de trasteros viene de ahí, pero la mayoría de cosas queda abandonada en toda clase de pequeños depósitos en zonas y cajones marginales de la casa, el trabajo, el garaje o el propio coche. Por ejemplo, en una guantera suele haber de todo menos guantes, pero están las bolsas de las puertas y los respaldos, los huecos bajo el apoyabrazos, junto a la palanca de cambio o en los laterales del maletero. Y luego las rendijas de objetos perdidos, una especie de sumideros donde pueden desaparecer para siempre. En una de ellas, haciendo cirugía entre el túnel de la transmisión y el carril del asiento en busca de una llave, hallé en perfecto estado unas gafas de sol muy queridas perdidas hace años. Lo celebré como un paso atrás en el tiempo: un pequeño regalo del destino.

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