Opinión | La Señal

Nuestro hombre de Kiev

Malena Nevado, exdiputada de Vox, es la última en dar un portazo en Bambú. Van a tener que llamar a Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio -del genial Francisco Ibáñez-, demasiadas fugas

Qué desagradecidos los servicios secretos ucranianos -tanto el SBU como el HUR- con su compatriota acusado de alta traición residente en Pozuelo, ya en mejor vida. Con lo bien que trata nuestro presidente a Zelenski, que tiene cara de no matar una mosca y que recibe de regalo tanques y las mentiras que más puedan ayudarle, qué ingratos. Hombre, ya sabíamos de sus hazañas volando el Nord Stream bajo el agua; o acusando a Rusia de haber disparado un misil que cayó en Polonia, cuando habían sido ellos los que lo lanzaron. Para qué hablar de los atentados terroristas en la propia Rusia contra altos cargos militares -como Ígor Kirílov-, ¿qué digo, militares?, también civiles, el escritor y político Zajar Prilepin, el bloguero abatido en San Petersburgo Vladlen…, la represión de los pacifistas de Kiev por los servicios de un presidente que no tiene costumbre de convocar elecciones, los documentos publicados por The Washington Post -que debe ser prorruso, qué risa- sobre los planes de ataque al oleoducto que suple con petróleo a Hungría… ¿La UE va a imponerle sanciones a Ucrania?, ¿van a llevar al CPI a Zelenski y a decretar una orden internacional de detención? Estoy seguro de que sí, Úrsula, amor mío. Bueno, también podemos decir que lo de Pozuelo ha sido un ajuste de cuentas del crimen organizado y lo olvidamos pronto.

Tengo que contarte también, Úrsula, que en la provincia de Cádiz, en la Sierra del Retín, se adiestran con nuestras tropas jóvenes ucranianos antes de regresar a su país a morir, los que no escapan, claro, porque unos cuantos ya han desertado de las instalaciones militares. Por eso, los muros y las alambradas van a tocar el cielo. Todo es por lo bien que nos va la guerra a las orillas del Dniéper. No solo son los crímenes de Putin, que también, por supuesto, y son muchísimos, nuestro hombre de Kiev tiene los suyos y entierra en el jardín los cadáveres con el silencio cómplice y cobarde de los veintisiete fariseos.

Pero otros tienen otras guerras. El Ayuntamiento de Málaga -como antes el de Torremolinos con una residencia- ha paralizado de forma cautelar las obras del centro de menores de Churriana tras las protestas de los vecinos y tras comprobar Urbanismo la necesidad de aportar más documentación. Ya se sabe la compulsión de Urbanismo por los papeles y la burocracia, por eso los trámites aquí son ágiles y las licencias corren que vuelan y las inversiones se suceden una tras otra, gozosas de nuestra velocidad hipersónica de gestión a Mach 6. Pero a lo que iba, en el primer trimestre del año, según el Ministerio del Interior se han cometido en la Ciudad del Paraíso una media de 261 delitos al día. Eso sí, bajan los ciberdelitos, lo que es un consuelo grandísimo, habida cuenta de que se mantienen los asesinatos y las violaciones, qué le vamos a hacer. Peor están las cosas en Barcelona, el 83 por ciento de los detenidos por robos con violencia y el 91 por hurtos son extranjeros, según datos de la propia Generalidad. Por cierto, que alguien se vanagloriaba el otro día del apagón por haberse reducido la delincuencia esa jornada a la mitad, pues no se hable más, los institucionalizamos y santas pascuas.

Pero si uno acude a la IA, esta y otras muchas cuestiones son tratadas con un marcado sesgo progre international, que tiene mucho glamour, por algo el bicho ha sido entrenado a conciencia antes de salir al mercado, ya saben.

Y otra cosa, Malena Nevado, exdiputada de Vox, es la última en dar un portazo en Bambú. Van a tener que llamar a Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio -del genial Francisco Ibáñez-, demasiadas fugas ya, y al carpintero, para arreglar la puerta.

Bueno, y qué me dicen sus señorías del Festival de Eurovisión. Los antisemitas no se han comido un piquito y cosecharon un rotundo fracaso. El voto popular en España otorgó la máxima puntuación a la israelí Yuval y su país quedó segundo. Lo comentamos en Clómada. Los platos muy equilibrados de sabor -enhorabuena-, pero del país de Liliput, diminutos. Otra cosa, el vino se descorcha de cara al cliente. Pueden y deben mejorar. Guillermo Marco Remón escribió otras cosas:

(…) y digo qué bonito, y al mirarte a través

del paisaje comprendo que no trato

de crear o fingir el horizonte

sino de enmarcarlo

para que alguien lo mire.

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