Opinión | Tribuna

Sánchez tras los whatsapp

Hasta hoy, Sánchez no tenía mayoría, pero trampeaba con la ayuda de una economía que crece y crea empleo y por la ausencia de una mayoría alternativa para una moción de censura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al exministro de Fomento, José Luis Ábalos, en una imagen de archivo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al exministro de Fomento, José Luis Ábalos, en una imagen de archivo. / EFE

“Gobernar sin saber qué revelación, o infundio, te vas a encontrar mañana cuando te levantes es durísimo”. Me lo dice el antiguo dirigente de un partido cuando le pregunto por los whatsapp conocidos esta semana en ‘El Mundo’. Añade que, aunque hasta ahora, no revelen nada delictivo, dañan la imagen de Sánchez y del Gobierno. Aunque Zapatero -siempre alegre- dice que el calificativo de “pájara”, atribuido por Sánchez a Margarita Robles, es amable. ¿Lista, avispada, inteligente?

Pero el Gobierno sufre y se siente vapuleado porque los ya famosos whatsapp han mandado toda la semana y, en la sesión de control, un tronante Feijóo pudo golpear: “haga el favor, váyase, convoque elecciones”. Recordó aquel “váyase señor Gónzalez”, de Aznar cuando a Felipe le acosaban por tierra, mar y aire todos los enanos. ¿De dónde habían salido los whatsapp? ¿De la UCO de la Guardia Civil? ¿De los juzgados? Terrible. El ministro para todo, Bolaños, hacía de tripas corazón y sentenciaba que difundir conversaciones privadas del presidente es delito. Pero, de repente, el ministro Ábalos -imputado por corrupción en el Supremo- dijo que él había facilitado algunos mensajes.

¿Algunos? ¿Todos? ¿Es un aviso a Sánchez de que, si no le protege, habría más whatsapp y más venenosos?

¿De mensajes con otros ministros sobre instrucciones del presidente? ¿De irregularidades sobre el rescate de Air Europa o de asuntos más turbios, cómo Venezuela? ¿Por qué Abalos cambiaba su línea de defensa y ‘ensuciaba’ al Gobierno? Misterio, pero un solvente periodista valenciano que le ha seguido durante años escribe: “morirá matando e intentará sobrevivir y, si no lo consigue, es probable que a su alrededor todo quede hecho cenizas”.

¡Cenizas! Y encima un medio digital dice que hay un informe de la UCO, desconocido y todavía no enviado al juzgado, que dirá que Santos Cerdán, ahora el gran capataz del PSOE y quien trafica con Puigdemont, aceptó ‘regalos’: un Volvo y un Audi. Pueden ser intoxicaciones y me dicen que -de momento- no hay más whatsapp. Pero el cotilleo y el morbo son la escopeta nacional y así, incluso la derrota parlamentaria del tratado de amistad con Francia ha pasado desapercibida.

Y una encuesta de ‘El Mundo’ dice que el 72% cree que las filtraciones perjudican al presidente. ¡Aunque solo fuera la mitad! Y todo pocos días después del Gran Apagón que, de alguna forma, cuestiona la política de Teresa Ribera, que ha permitido que los precios de la electricidad sean inferiores a los europeos, consiguiendo así un plus de competitividad.

Ya el lunes 5, en la inauguración de las jornadas del Cercle d´Economía, noté a Sánchez -siempre hábil y con los datos oportunos en la boca- no apagado, pero sí menos ‘alegre’. Y en quince días ha recibido dos inesperadas duchas de agua helada: el Gran Apagón y los whatsapp. ¿Qué busca su antiguo e íntimo asociado? El secretario de organización siempre sabe mucho. Y en todo partido debe haber asuntos inconfesables. ¿Incluso delictivos?

Hasta ahora sabíamos que su mayoría de la investidura se había convertido -por Podemos y Puigdemont- en una mayoría, a lo sumo, ocasional. Y que Sumar es un socio de gobierno incómodo. Más cuando el miedo a Putin, y a Trump, hace que toda Europa quiera subir el gasto en defensa y Merz, el nuevo canciller alemán que gobierna con los socialistas, dice que el ejército alemán será el más poderoso de Europa. Y París y Londres aplauden. ¿Quién lo habría dicho hace muy poco?

Hasta hoy, Sánchez no tenía mayoría, pero trampeaba con la ayuda de una economía que crece y crea empleo y por la ausencia de una mayoría alternativa para una moción de censura. Ahora ha sufrido la ducha de agua helada del Gran Apagón y se enfrenta a nuevas y peligrosas derivadas del caso Ábalos. Y Feijóo, que debe galvanizar a su partido de cara a un congreso que quiere triunfal -que hasta Ayuso aplauda con las orejas-, será más agresivo que nunca.

No lo tiene nada fácil. Pero el capitalismo existe. Digan lo que digan los patronos, el Ibex superó este viernes la cota del 14.000, el punto más alto en 17 años. Y la bolsa española es, con la alemana, la que más se ha revalorizado este año: un 20%. ¿Las penas con pan son menos?

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