Opinión | Viento fresco

Alatriste en el Congreso

Vuelve el personaje de Pérez Reverte. A los nacionalistas no les gusta: tampoco hay mucho indicio de que lean algo. O tengan sentido del honor

El Madrid de Alatriste, exposición que se celebró hace unos años.

El Madrid de Alatriste, exposición que se celebró hace unos años. / l.o.

Pérez Reverte anuncia una nueva entrega de las aventuras del capitán Alatriste. Qué capacidad tiene este hombre para escribir un novelón por año.

Ya decía Hemingway que si escribes dos folios al día, en un año tienes ‘Guerra y paz’. Y si los escribes antes de las diez de la mañana, tienes el día libre.

Ignoramos los hábitos laborales de Reverte, tal vez sobrino de Estajanov, hombre (reverte) que se mantiene ágil y fibroso, que fue corresponsal del guerra y al que le gusta expresarse en sus artículos como un airado hombre de la calle que detesta la estupidez. Reverte ha inventado el revertismo y eso es señal de consagración: cuando el apellido de uno designa un estilo. La ‘revertidad’ podría decirse igualmente. Y eso que los adverbios terminados en mente no debe usarse mucho y se llevan mal con la buena literatura.

Alatriste vuelve y no sabemos cómo le va a sentar eso a la sociedad española. Podría liarse a espadazos con trabucaires que solo barren para su aldea proclamándose universalistas de izquierdas sin embargo. Podría decirles a los de Vox que ser español es otra cosa y hasta podría decirle a Feijóo que un buen capitán de los Tercios, con dos bemoles, no se deja comer el terreno e influir por una dama como Ayuso, que le sopla en el cogote todo lo que puede. No hacen falta alatristes en la política pero sí en la literatura. Lo bueno no es ya los valores que albergue; es que es divertido leer sus aventuras. Vive Dios.

Nos imaginamos a Rufián leyendo a escondidas la nueva aventura de Alatriste, que parece que se encuentra con los 3 Mosqueteros. Alatriste, no Rufián, que es más de encontrarse con Vito Quilez, periodistín ultra un tanto arrebatacapas que aborda con frecuencia al dirigente catalán en las inmediaciones del Congreso. Tan distintos ambos, que han terminado haciendo una pareja cómica. Vídeos virales.

En Junts no leen a Reverte y prefieren como héroe patrio a Puigdemont, que también ha estado en Flandes pero viviendo en casoplones y aliado con el enemigo. En los paises bajos hasta hace poco se asustaba a los niños diciendo «que viene el duque de Alba», pero ahora se les amenaza con que viene el pesado de Puigdemont, que se les quiere colar en los informativos a la hora de la cena pero al que van relegando a las noticias de tercer rango. Puigdemont cree que el sol de Breda es una marca de mantequilla y Ábalos tal vez sueñe con meter un espadazo a los antaños conmilitones mientras Sánchez tal vez medite si ofrecer a Alastriste, ahora que vuelve, la cartera de Margarita Robles. O la portavocía en el Congreso.

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