Opinión | Al azar

La familia ultraprocesada de Pedro Sánchez

Siempre batiendo récords, el presidente del Gobierno se dispone a ser el primero de su estirpe con dos familiares inmediatos juzgados por lo penal en conexión a su figura

Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez.

Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez. / l.o.

Una familia ultraprocesada puede ser tan perniciosa para una vida política sana como los alimentos ultraprocesados para un tránsito intestinal placentero. Sin embargo, ni la diligencia contra las diligencia judiciales del ministro Bolaños de Críticas a la Justicia consigue interrumpir el camino degradante de Begoña Gómez y David Sánchez hacia el banquillo, versión postmoderna del patíbulo.

La familia Sánchez está ultraprocesada por la multiplicación de imputaciones delictivas sustanciadas, pero también por la procedencia ultraderechista de la mayoría de acusaciones, frente a una fiscalía que refuerza pundonorosa a las defensas. Es probable que Begoña Gómez y David Sánchez jamás hubieran accedido a sus desahogados y exóticos cargos laborales de no haber sido familiares del presidente Sánchez, pero es seguro que no estarían casi procesados sin su allegamiento al líder socialista. En el caso del hermano, se sentará en el banquillo si fracasan las maniobras de dilación junto a otras once personas, a la altura de la Gürtel o de Urdangarin.

La presión política sobre la familia ultraprocesada lleva a la conclusión de que si el líder socialista hubiera extendido indefinidamente su periodo de reflexión interna con una dimisión en toda regla, ambos casos se desinflarían y probablemente no llegarían a juicio. Esta forma de chantaje implícito figura en el subconsciente de quienes atizan el fuego inquisitorial, conscientes de que la hoguera solo puede mantenerse con el objetivo real del asedio a La Moncloa. Renuncia y liberaremos a tus allegados, el soberbio Sánchez se enfrenta al dilema Guzmán el Bueno.

Sostiene Indro Montanelli que el único periodista auténticamente independiente sería hijo único, huérfano, soltero y sin descendencia. Sánchez hubiera agradecido la recomendación, una vez que la exigencia de desvinculación familiar se ha trasladado a los cargos políticos españoles. Más le vale al PP buscarse candidatos solteros y sin compromiso. El pudor que conlleva referirse a una familia ultraprocesada conduce a Feijóo a cargar contra un impreciso «entorno de Sánchez». Casualmente, las cónyuges de los dos últimos presidentes gallegos del PP han obtenido, por méritos propios, unos rendimientos laborales en empresas postineras que multiplican a la suma de los recaudados por Begoña Gómez y David Sánchez.

Siempre batiendo récords, el presidente del Gobierno se dispone a ser el primero de su estirpe con dos familiares inmediatos juzgados por lo penal, y conectados en ambos casos a su figura. Con solo un caso de consanguinidad en primer grado ya establecería una marca sin precedentes. De momento no puede amnistiarlos preventivamente, como hizo Joe Biden con todos su allegados, también con el objetivo de liberarlos de los embates de la ultraderecha de Trump. El nepotismo contra los excesos persecutorios.

Las acusaciones lanzadas por organizaciones extremistas contra la familia de Sánchez delatan que en la derecha también ha cundido el nerviosismo. Los enemigos del presidente del Gobierno insumergible no aprenden a tenerle miedo, y Feijóo no ha ganado un solo voto desde que llegó a Madrid. La alternativa de Ayuso gana solvencia en las encuestas, también bajo la cautela de que consiga liberarse del cerco judicial a sus allegados y cargos políticos próximos. Quien a hierro mata.

La familia ultraprocesada de Sánchez define la situación paradójica de la política española, un impasse a alta presión. Las convulsiones encadenadas durante los dos años del actual Gobierno no han provocado un estallido, que parecería inevitable al contemplar los sucesos con frialdad. Por el contrario, el mapa electoral se mantiene bajo la perspectiva de un PSOE agónico, y de un PP que no logra despegarse de la adherencia de Vox. De hecho, la circunstancia política definitiva con respecto a las urnas es ajena a los tribunales, y se fija en la descomposición acelerada a la izquierda de los socialistas.

Sánchez está tan habituado a gobernar en un marasmo continuo, que cabe preguntarse si sabría desempeñar su cargo con placidez cotidiana. También se puede calcular a cuántos familiares en primer grado del presidente del Gobierno hay que sentar en el banquillo, para forzar su rendición. Con su dimisión de fin de semana un año atrás, el líder socialista reconoció que la avalancha judicial tenía la magnitud suficiente para plantearse «si merece la pena» continuar en La Moncloa. En aquellos momentos, el procesamiento de esposa y hermano no superaba el rango de hipótesis.

De momento, Feijóo sigue siendo el único político en activo que ha confesado que se negó a ser presidente del Gobierno. En el encuentro con representantes de las víctimas de la Dana el pasado jueves, la tragedia de Valencia impedía estimar qué porcentaje del semblante cariacontecido del líder socialista se debía al procesamientos simultáneo de David Sánchez. En la peor declaración ante una magistrada de la historia, falta dilucidar si el imputado obtuvo los cargos escénicos por méritos fraternales, aunque desde luego se presentó ante la jueza investido de la condición de hermanísimo.

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