Opinión | Marcaje en corto

No tenemos ni idea

Luis Enrique y sus chicos han conseguido lo impensable. Le endosaron cinco dianas a un rival que en semifinales había sido capaz de hacerle hasta siete al FC Barcelona de Flick

Luis Enrique, París Saint-Germain

Luis Enrique, París Saint-Germain / Dennis Agyeman / AFP7 / Europa Press

Luis Enrique tenía razón. No tenemos ni p*** idea, como dictaba en el título su documental. El fútbol es deporte rey por imprevisible. Pequeñísimos detalles, el error menos grosero, termina por decantar la balanza. Desde ese punto de vista nadie tiene ni p*** idea. El asturiano, tampoco. Pero no es momento de analizar la personalidad del exseleccionador español y, de momento, ganador de dos títulos de Champions. Ardió París este sábado, gracias a su incuestionable maestría desde la pizarra. Vuelve a hacer historia. Esto sí que es indiscutible.

Durante las horas posteriores a la «manita» que le endosó el PSG al Inter volvieron a viralizarse secuencias del referido documental, protagonizado por Lucho en estado puro y (casi) sin cortes. El largometraje se cierra de manera casi premonitoria: «Tengo claro que seremos mejores el año que viene, porque el hecho de tener a un jugador que se mueve por donde quiere implica situaciones de juego que yo no controlo».

Por supuesto que se refería a Kylian Mbappé. Y después de esa primera frase, añadía otra, refiriéndose a la presente temporada y a todas esas situaciones que por culpa de la estrella francesa no tenía atadas sobre el campo: «El año que viene las voy a controlas todas, todas... sin excepción», remataba con la típica sonrisa del Joker.

Luis Enrique y sus chicos han conseguido lo impensable. Le endosaron cinco dianas a un rival que en semifinales había sido capaz de hacerle hasta siete al FC Barcelona de Flick. El Inter quedó empequeñecido hasta límites insospechados. Este domingo se recordaban dos finales que terminaron con 4-0 en el marcador e idéntico ganador: el Milan.

En la Copa de Europa de 1994, Fabio Capello pasó por encima del conjunto blaugrana adiestrado por Johan Cruyff y dirigido sobre el campo por Guardiola. Y cinco años antes, precisamente en el Camp Nou, los milanistas adiestrados por Arrigo Sacchi golearon por idéntico tanteo al Steaua.

Es inapelable que los cinco goles de esta nueva final representan un puñetazo en toda regla sobre la mesa. Ardió París (literalmente) y al fin consiguió Nasser Al-Khelaifi hacer realidad ese sueño que a golpe de talonario no había sido posible. Llegaron desde el FC Barcelona primero Neymar y luego Messi. Hubo overbooking de gallos en el mismo gallinero y el fútbol volvió a ser romántico, con medio mundo contemplando que las estrellas no son nada sin obreros, jugadores que compensen, sobre todo en defensa, las carencias de esos deslumbrantes astros.

El Real Madrid puede sre para muchos de esos observadores víctima de los propios pecados que ya sufrió en propias carnes el PSG. No bastan los más de 50 goles de Mbappé con la camiseta blanca para poder alcanzar los grandes títulos. Ni sus 34 tantos en LaLiga ni los 14 cosechados en al competición continental reportaron el éxito tan ansiado. Ya veremos lo que da de sí su participación en el primer Mundialito de clubes con hasta 32 equipos e idéntico formato al campeonato mundial de selecciones.

Resuenan después de este fin de semana el liderazgo de Dembélé, las genialidades de Vitinha y la mano estratega de Luis Enrique. Sin embargo, la historia podía haber sido muy bien distinta cuando a las alturas del mes de marzo se cruzaba en el camino del PSG el vigente campeón de la Premier, un Liverpool que hasta esa fecha parecía intratable hacia un nuevo título europeo. Previamente, en el arranque del año, los parisinos habían resultado intratables en la propia Champions.

Cerraron la nueva fase previa con sendos triunfos con cuatro tantos en su casillero ante el Manchester City de Guardiola, en casa, y frente al Stuttgart, como visitante. Iniciaron en febrero las eliminatorias contra un Brest que había resultado ser la auténtica sorpresa de la competición. Y ahí de nuevo el martillo. Hasta diez goles en el cómputo total, con 0-3 en el feudo de la Bretaña y otro histórico 7-0 en el Parque de los Príncipes.

¿Qué vino después? Un cruce que se decidió desde el punto de penalti y sin el que hoy no estaríamos hablando ni de París ni del documental de Lucho. Es lo que tiene el fútbol. El Liverpool asaltó el feudo de los galos (0-1), el PSG le devolvió idéntico marcador a los seis días. Y en la tanda, 1-4 para los visitantes. Justo ahí empezó a desvanecerse la «maldición».

Tracking Pixel Contents