Opinión | Viento fresco
Cita en Barcelona
La Conferencia de Presidentes autonómicos puede ser un guirigay como el de las reuniones de comunidad de propietarios y vecinos

Foto de familia de la Conferencia de Presidentes, celebrada en 2024 / L. O.
La Conferencia de Presidentes es como una reunión de comunidad. Comunidad de vecinos de España. Ayuso dice que no va, es como ese malaje del quinto que se niega a que se amplíe la piscina. Juanma Moreno exige que se hable de financiación, de qué si no. A ver si el Gobierno se estira y hace una derrama. La conferencia es en Barcelona, con lo cual le han jodido el fin de semana a Salvador Illa, que ya tiene en ciernes una financiación singular para Cataluña y seguramente preferiría irse a Malgrat de Mar a la playa o a inaugurar un congreso de Filatelia antes que tener que sentarse al lado de Pradales, que es el rey de los sosos y el lehendakari de los vascos.
No es que Illa haya sido nunca la alegría de la huerta, pero desde que es president parece que se ríe un poco más; es como si en lugar de tener aspecto de agente secreto de la RDA tuviera ahora aspecto de agente secreto de la RFA. La Conferencia va a ser un fracaso pero ahí está Emiliano García Page para hacer declaraciones contra Sánchez en la puerta y ya animar el cotarro, los titulares y los ánimos de los esforzados reporteros que acudan a cubrir tan magno acto. El Gobierno ha ofrecido condonar, poner condón, a la deuda de las comunidades, o sea, perdonarla, olvidarla, lograr que a las autonomías los despilfarros o manirrotismos o déficit por prestación de servicios le salgan por la patilla, por la jeta. Sin embargo, algunas comunidades del PP dicen que no. Pero piden dinero. Es un poco contradictorio. Quieren negociar la deuda, no que se la perdonen. Descartado un ataque de orgullo e hidalguía, suponemos que con esa actitud quieren poner en solfa el privilegio que se le da a Cataluña. Si es que se le da, claro. Que está por ver que esa negociación cuaje. Incluso que se inicie. Los tienen entretenidos con la amnistía.
Euskadi es la bienpagá y las comunidades pequeñas tratan de alzar la voz. En otros tiempos, Andalucía hizo piña con Valencia, comunidades mal financiadas. Ahora no hay quien haga piña ni naranja ni horchata con Valencia porque está Mazón al que su partido detesta cordialmente y que trata de que pase el tiempo y todo se olvide. Una encuesta de este grupo muestra la desafección, y la bajada de votos, del mazonismo en Valencia mientras sigue siendo un misterio qué pasó en El Ventorro. A lo mejor se lo pregunta en Barcelona el presidente o presidenta de Comunidad que caiga al lado de Mazón, que seguro que sabe dónde dan buen arroz en Barcelona. El boicot está invitado y a lo mejor no falta. Barcelona, capital de las españas levantiscas. Josep Pla, como cuando llegó a Nueva York, diría: «Y todo esto quién lo paga».
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