Opinión | Artículos de broma
Miedo a perderse algo
Antes de ser una expectativa, «algo» era un objetivo. Había que ser «algo» en la vida para acabar siendo «alguien»

Turistas extranjeros disfrutan en Málaga. / Álex Zea
Se llama FOMO al miedo a perderse algo. El nombre viene de las siglas en inglés de «fear of missing out» y define esa ansiedad que contiene tres principios activos que nos tienen en movimiento continuo: miedo, perderse y algo. La explotación del FOMO tiene ciudades petadas de turistas y pone en cola virtual a 2,5 millones de personas para comprar, en pocas horas, 600.000 entradas (a unos 150 euros) que permitirán ver al cantante Bud Bunny en España... en mayo y junio del próximo año. El miedo vende, el estar con otros se paga y «algo» es todo aquello que perseguimos a lo largo de la vida, las más de las veces sin alcanzarlo.
Antes de ser una expectativa, «algo» era un objetivo. Había que ser «algo» en la vida para acabar siendo «alguien», (palabra con la que comparte la imprecisión matrilineal de su etimología). «Algo» esta en el diccionario como «una realidad indeterminada cuya identidad no se conoce o no se especifica». «Algo» es impreciso, fantasmal, inquieto, cambiante... «Algo» es una rueda de reconocimiento en la que es imposible identificar al sospechoso. «Algo» espanta el miedo y el aburrimiento que posee «nada». Para las emociones, lo contrario de «nada» no es «todo», es «algo». «Algo» es el objetivo que satisfacer y, a la vez, el motor de la insatisfacción por eso mueve el sistema de consumo en el que estamos que parece ofrecerlo todo para que baste con elegir qué.
«Algo» ha ido perdiendo un sentido personal -hacer algo para ser alguien- para ir haciéndose más objetual y se puede traducir en bienes materiales, en tendencias, en oportunidades, en experiencias y puede ir saltando de objeto en vivencia. Lo peor, porque es lo más caro y lo más insatisfactorio, es que «algo» sea cualquier cosa, sobre todo cuanto más miedo o ansiedad sientes y más necesidad de los demás tienes. FOMO es un fenómeno social cada vez más común, especialmente entre jóvenes, por la comparación constante con la vida de los demás en línea por el móvil y por la fiebre de la influencia. Como cualquier otra debilidad que se puede infundir el FOMO sirve al negocio.
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