Opinión | Ver, oír y gritar

Rizar el rizo del rizo y algo más

A la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso le han construido un teatro particular de acuerdo a unos intereses partidistas. Hasta ahora les ha ido bien, aunque todo tiene fecha de caducidad y el producto huele

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la presidenta del PP de Madrid y del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante la manifestación convocada por el Partido Popular contra el Gobierno de Pedro Sánchez bajo el lema 'Democracia o mafia' este domingo en la Plaza España de Madrid.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la presidenta del PP de Madrid y del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante la manifestación convocada por el Partido Popular contra el Gobierno de Pedro Sánchez bajo el lema 'Democracia o mafia' este domingo en la Plaza España de Madrid. / Javier Lizón (EFE)

El sentido trágico de la vida española, con una estética sistemáticamente deformada, nos tiene muy entretenidos a todos. Beber de la fuente política de esta infantiloide, tremendista y reaccionaria oposición resulta divertido, sí, pero también tiene efectos secundarios porque produce estupor e irritaciones varias. Es un sin parar. Las obsesiones compulsivas de estos individuos requieren un tratamiento psicológico y psiquiátrico. Porque el disparate y la caradura circulan sin frenos ni marcha atrás.

Vayamos por partes. A la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso le han construido un teatro particular de acuerdo a unos intereses partidistas. Hasta ahora les ha ido bien, aunque todo tiene fecha de caducidad y el producto huele. Desde el primer día. En cuanto deje de valer ese papel impuesto, no tardará mucho en desaparecer del mapa. El «brillante» modelo de gestión ha consistido en una generosa reducción de impuestos a los que más tienen, la externalización de servicios públicos y la loca guerra contra el Gobierno central con Pedro Sánchez en la diana permanentemente. Estos son los grandes logros.

La polémica ridícula es su tarjeta de identidad. Cabe la posibilidad de que en el próximo Congreso Nacional dé un paso al frente para ir más lejos en las pretensiones que algunos le tienen destinadas. ¡Echar a Sánchez como sea! Hágase un ejercicio de imaginación pensando que Ayuso estuviese en la Moncloa. Los efectos negativos serían muy serios en el estado de bienestar, el equilibrio territorial y la democracia. Las rentas altas brindan con champán ante la presencia de esta señora, y los recortes sociales no se harían esperar mucho para equilibrar las cuentas. Las pensiones, los subsidios por desempleo, otras protecciones o las inversiones básicas en infraestructuras sufrirían ajustes drásticos. Y la desigualdad económica tendría un perfecto caldo de cultivo.

La atención a la salud, que ya es un problema destacado en la Comunidad de Madrid, prosperaría en peores condiciones, al igual que el asunto de la vivienda. El centralismo, las privatizaciones masivas y las tensiones autonómicas cogerían un buen pulso. La batalla con Bruselas estaría animada. La cohesión social, los derechos y los fondos europeos no estarían a buen recaudo. La confrontación, con todo lo que supone un mínimo de justicia social al menos, aumentaría notablemente. La supresión de servicios públicos y el aumento de las desigualdades no traerían nada bueno como es lógico, y las fuerzas de ultraderecha lo celebrarían con cohetes, por todo lo alto.

Vean el reciente ejemplo, otra vez, de la marea blanca recorriendo la capital. Largas listas de espera, servicios saturados de urgencia, falta de profesionales… Ayuso es quien menos destina a la sanidad pública. Y a todo ello le añadimos las 7.291 víctimas de los llamados «protocolos de la vergüenza». ¿Les suena, no? Algunos la siguen premiando, pese a que los deterioros salten a la vista. Los más afectados son quienes tienen menor renta. ¡Que se mueran los feos! Por cierto, casi trescientas mil criaturas sin pediatra. No importa. A beber cerveza, vinitos, a fumar, señoras y señores, y a vivir, que invita la extraordinaria Díaz Ayuso con sus populacheras y manipuladoras homilías.

No solo es ella, sino toda la cuadrilla. El apocalipsis, según Alberto Núñez Feijóo, tenía que haber llegado hace tiempo. No tiene otra cosa que hacer y ahora lo vuelve a anunciar. Riza el rizo del rizo y, sin ninguna prueba fehaciente, sigue afeando la corrupción de la que Sánchez está rodeado. «Prácticas mafiosas que no caben en democracia», afirma el defensor de la «decencia democrática» a fin de intentar convencer a un auditorio de desmemoriados. Hemos dicho en otras ocasiones que personajes de la derecha extrema, que presume de limpieza, tienen aún en pie casi 30 casos judiciales pendientes.

Excesiva lentitud aparte por un motivo u otro, recordemos. El PP ha sido el único partido condenado como responsable civil en diversas ocasiones por delitos relacionados con la corrupción. Una caja B activa durante años, declarada por tres sentencias, y dirigentes que han ido desfilando por los tribunales. Acusados y testigos. O las operaciones ilegales del Ministerio del Interior, la trama Kitchen, reflejo de un sistema corrupto. La utilización del poder y de las instituciones en beneficio propio.

Prácticas comunes, notable impunidad y prolongación de procesos que a los limpios del barrio les valen para continuar burlándose de la población. Apuntan al vecino desde la sede de Génova, 13, pagada con dinero negro, realidad confirmada por el Tribunal Supremo en noviembre de 2024. Es una evidencia que el Partido Popular, actualmente liderado por la ineficaz sobreactuación de un aturdido Núñez Feijóo, goza del honor de tener el mayor número de causas en la historia reciente de nuestro país. Esta es la credibilidad de ese partido con un líder nulo, soberbio y cargado de maquillaje.

¿Sería posible así, en este tipo de escenario, una posible alianza futura entre el PSOE y el PP en favor de la estabilidad institucional? ¿Un buen plan de contingencia en busca de una mayoría parlamentaria estable y de la aprobación conjunta de leyes? ¿La manera de fomentar un clima político más centrado y de hacer reformas sociales con mutuas cesiones? ¿Futuro de progreso y unión pese a los antagonismos? La aventura continúa.

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