Opinión | Pasando la cadena
Lo que abunda, a veces, sí daña
Si hubo algo que llenó titulares fue la falta de Kroos como faro organizativo del equipo, por no hablar desde la venta de Casemiro de un ancla segura delante de la defensa

Kroos se despidió del Real Madrid tras levantar la Champions.
Sobre todo cuando es bueno, porque en lo malo nunca es buena la abundancia y no merece más comentarios. Ahora bien, si te atiborras de comida o sensaciones placenteras, si tienes tanto dónde elegir que te aturullas, si surgen las envidias, que suelen ser invisibles y siempre malas, si generas frustración en excelentes colaboradores por sentirse menospreciados frente a otros compañeros o si terminas no apreciando la suerte que te sonríe, mal asunto. Pero vayamos al grano.
El Real Madrid acabó la temporada ordinaria con las carencias en su plantilla que tanto señalamos unos y otros a lo largo de la misma: centrales, laterales, medios centros y, en menor medida, un delantero espigado que fuera bien de cabeza para intentar desatascar partidos enquistados. Es decir, se notaron en exceso las bajas por lesión de Carvajal, Militao y Alaba, más la del todoterreno defensivo Nacho por su huida de un club donde nunca le hicieron sentirse titular. Y menos mal que Ancelotti parió con fórceps a Asencio, de quien nunca estuvo convencido. Pero si hubo algo que llenó titulares fue la falta de Kroos como faro organizativo del equipo, por no hablar desde la venta de Casemiro de un ancla segura delante de la defensa. Tchouaméni no ha terminado de cuajar y Camavinga no está dotado para serlo.
Y esa es la mayor de las carencias que lloró la hinchada madridista, aunque la más señalada fuera la del rubio teutón. También fue una simpleza generalizada, porque como tan claramente señalara el mismo Kroos cuando Ancelotti se empeñaba en ponerle de medio centro, él no era Casemiro. También lo reiteramos desde estas páginas. El alemán fue un volante espectacular en ataque, un organizador de lujo, pero nunca un pivote que diera estabilidad al equipo. Eso que aupó a Zidane cuando apostó por Casemiro y diez más en su espectacular primera etapa, tras sustituir a Benítez, que también lo había visto, aunque le faltara valentía para mantenerlo.
Y llegados aquí, miren por donde Florentino Pérez sigue siendo fiel a sí mismo en detalles importantes. Ha tenido el enorme acierto de fichar al veinteañero Huijsen, que va para central legendario por sus buenas prestaciones defensivas y su extraordinaria salida de pelota, aun gastándose un pastón, y ha traído a coste cero a un buen jugador contrastado como el internacional inglés Trent Alexander-Arnold para reforzar la banda derecha merengue. Aparte, parece que tiene interés y medio hecho al canterano y ahora benfiquista Carreras para la izquierda. Hasta ahí, bien. Sin embargo, ha reincidido en dos de sus querencias. Al presidente blanco le ponen tanto los medias puntas que ha fichado a un prometedor juvenil argentino, Mastantuono, zurdo que juega por la derecha, donde ya cuenta con Brahim y con el turco Güler, otro zurdo de seda, por no hablar del polivalente Rodrygo. Es decir, barullo de posibilidades por la derecha, como ya lo tiene por la izquierda desde el magnífico fichaje de Mbappé.
No obstante esas incorporaciones, con el reparo señalado, han vuelto a olvidar que la clave está en la ausencia de un medio centro solvente, a la altura del club y de sus retos, salvo que Xabi Alonso obre el milagro con Tchouaméni, resucitándolo, reubique a Ceballos ahí, cosa harto difícil por la tendencia a la conducción del sevillano, o se invente a un canterano -hablan de Chema-; éxitos que serían, cualquiera de ellos, ampliamente reconocidos por el fútbol mundial.
Pero Pérez ha tenido y creo que tiene a Zubimendi a tiro y no se atreve a dar el paso. El donostiarra es un medio centro de garantías que dotaría sin suspense al medio campo madridista de solvencia y seguridad. Corta, organiza y llega bien al área contraria sin ser ningún portento físico aparente, pero es incansable tanto de piernas y pulmón como de cerebro. Ese órgano del cuerpo humano que al decir de los sabios de este deporte es el músculo más importante para jugar el fútbol.
Resumiendo, en un Madrid donde han brillado medios centros como Makelele, Fernando Redondo, el mismo Xabi Alonso o Casemiro, poner a cualquier medianía ahí es un insulto al fútbol. Y ya que no puede ser Rodri, el mejor del mundo, que ojalá, bueno sería su suplente en la actual campeona de Europa, España. No olvidemos esa realidad.
Si la abundancia por la derecha puede ser un problema, lo que llorará seguro el madridismo será la orfandad en la sala de máquinas.
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