Opinión | Viento fresco

No he comido

La frase de Sánches se ha hecho carne de meme. El caso es que aquí, menos algunos que se estaban hinchando, todo el mundo está malcomiendo

Pedro Sánchez, este lunes durante su comparecencia en la sede del PSOE.

Pedro Sánchez, este lunes durante su comparecencia en la sede del PSOE. / Javier Lizón / Efe

«Son las cinco y aún no he comido». Es la confesión para algunos más sincera de Sánchez en mucho tiempo. Lo dijo el otro día en su comparencia de pómulos serios, semblante preocupado y con la posibilidad de que la prensa hiciera preguntas. La frase se ha hecho meme y carne de Twitter: no he comido. España es un país que come tarde y que se está alimentando de basura política.

Cerdán, Koldo y Ábalos se estaban hinchando de comer y España asiste atónita a como Núñez Feijóo se quiere comer el mundo pero no logra que ningún grupo parlamentario, salvo Vox y con duras condiciones, les preste apoyo. A uno a las cinco de la tarde le rugen las tripas si ha comido poco o le bullen los alimentos a la hora santa de la siesta si el almuerzo ha sido contundente, de trabajo o de estío dominical, en esas jornadas en las que entre baño y aperitivo y pereza y la tardanza del chiringuito la paella no llega hasta las cuatro menos cuarto cuando ya se ha ingerido un litro de cerveza.

No nos vamos a comer una campaña electoral de milagro pero nos va a tocar un verano astragante. Urge un reportaje, una información, sobre la dieta presidencial sanchista, que además de sapos debe incluir vitaminas e hidratos. Nos come la curiosdiad.

No almorzaría, comería, Pedro Sánchez en el partido, que ha postergado como territorio de la posible corrupción para preservar el Gobierno y la Moncloa, donde sí hay chef que puede reconfortar al presidente, ya a las seis de la tarde, con una ensalada fresca, melón piel de sapo y un vaso de vino. De postre los titulares.

Sánchez nos va a servir en bandeja una remodelacioncita del partido y de ahí a resistir con una dieta mediática adversa, Podemos eructando, el PP lanzado a la calle y los nacionalistas pensando en cómo pillar más cacho del pastel en la mesa común.

A los que les alimenta el sueldo de ministros están acongojados por una posible crisis a acometer en otoño, que es tiempo de vendimia, de hojas caídas y de uvas, arándanos y manzanas muy coloradotas.

A la próxima rueda de prensa, a lo mejor Sánchez ya va comido sin riesgo a que en su partido se lo coman a él, dado que llenó la ejecutiva de gente muy afín. Y de presuntos trincones. Tal vez encargue algo a la cocina del CIS. Pero piensa que la solución solo pasa por él. Él se lo guisa.

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