Opinión | Notas de domingo

La orilla nos iguala

Mundaneo marbellí como corresponde al verano; experiencias radiofónicas, carajal de tren en primera persona

La orillan nos iguala

La orillan nos iguala

Lunes. Caminando por los jardines del Hotel Don Pepe de Marbella recuerdo tantas películas españolas que tienen escenas aquí rodadas. Como Secuestro bajo el sol (1965), Operación Lady Chaplin (1966), El abominable hombre de la Costa del Sol o Pepito Piscinas (1978).

Imagino a Alfredo Landa zascandileando cerca de la piscina, también a Esteso, a tantas suecas, gente ilustre, huéspedes cosmopolitas, cantantes, vividores, aristócratas. Hoy es un hotelazo moderno y confortable atendido por gente muy amable y que no obstante va a ser remodelado y cerrará un año para agrandar sus habitaciones. Este Don Pepe es todo un estilo de vida, me digo esperando con un Negroni mesa en Erre Urrechu, uno de los restaurantes que alberga el establecimiento. Gildas, remolacha a la brasa, almejas, carne. «Un estilo de vida»: hay que tener cuidado en ciertos ambientes, porque se te pone la prosa como de folleto. Quiero decir que no es el estilo hortera que tanto se estila aquí en mi pueblo, Marbella; ni el prohibitivo ni el de medio pelo o el quiero y no puedo. Predomina el cliente español, clase media con clase, de esa que no obstante piensa, pesamos, que el bacon con huevos revueltos es una cosa que solo se desayuna en los hoteles. Saludo a un concejal cordial y con gomina que aguarda a un alto cargo nacional de su partido para cenar.

Martes. El reto es no emplear la palabra caos, que de tanto usarla está perdiendo efectividad. Caen 42 grados en el mediodía sevillano y en la estación de Santa Justa cabe un alfiler pero ni un usuario más. Gentio mareante. Olor a humanidad. Retrasos. Paneles que informan peor que un periódico en arameo. Colas mal organizadas. Pega uno la oreja y oye las historias de los retrasos, la desesperación, la ira. Varios policías nacionales tratan de calmar a un grupo de ancianos. Mi tren sale al fin. Con dos horas y media de retraso. Luego habrá un parón de media hora y un retroceso para cambiar de vía. Eso es que no quieren privarnos de la contemplación del bello atardecer en la campiña cordobesa. En total, más de cinco horas que deberían haber sido menos de dos. Y mi caso no es el peor. La sensación borreguil, de ser estafado, se trufa con una desazón y tristeza al comprobar el deterioro de los servicios públicos. El deterioro y la mala gestión. Han acabado con el prestigio de la alta velocidad. Coger un tren es saber que seguramente vas a llegar tarde. Leo a Marta García Aller que afirma que convendría renovar las metáforas. En efecto, «ya no vamos a poder decir que alguien está como un tren». Como un tren, no, por favor. Ruina.

Miércoles. No hay nada como hablar de lo que uno sabe o ha vivido. Tertulia en Canal Sur Radio con Paco Ramón, Alberto García Reyes, director de ABC de Sevilla y Silvia Moreno, de El Mundo. Hablamos del carajal ferroviario y quedo desahogado narrando mi propia experiencia. Pero como recordar es vivir me entra un agobio como de hombre desorientado en una estación. Cuando se avería un tren y queda varado, la gente siempre exige comida y agua y enchufes para el móvil. Yo exigiría también libros. Imagino al revisor ofreciendo Guerra y paz o Cien años de soledad o La montaña mágica. La gente cargándose doscientas páginas y el tren a velocidad de caracol renqueando. Alguien gritando que por favor no llegue el tren aún, que le queda solo un capítulo.

Jueves. Será este un país que necesita organizarse. U organizadores. Dos nuevos secretarios en los dos grandes partidos casi el mismo día. Miguel Tellado, secretario general del PP. Rebeca Torró, secretaria de organización del PSOE. Cada una de las dos parroquias tiene un nuevo santo al que rogar o implorar cargos o acudir en caso de crisis. La política es la religión que más rápido va renovando su santoral. Quién iba a decir que determinado tipo de gente iba a rezarle ahora a Felipe González o al Guerra. Uno es algo más partidario de la desorganización y la improvisación, de una anarquía suavita y de las jerarquías no rígidas. Es un trabajo muy difícil ese de secretario de algo, de organización o general. Todos la pifian.

Viernes. La orilla nos iguala. En bañador, con los pies metidos en el agua, todos somos iguales. Si acaso, nos distingue la manera de mirar el horizonte.

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