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Opinión | Viento fresco

Aquí está su gripe, señor

Casi con el bañador aún puesto, ya resuenan los primeros llamamientos por la gripe. Precaución. Aunque hay gripes oportunas que nos evitan acudir a peñazos

Vacuna intranasal contra la gripe.

Vacuna intranasal contra la gripe. / Europa Press

Aún no nos hemos quitado del todo el bañador y ya están avisando de que hay que vacunarse contra la gripe. Primero los mayores, los niños, las embarazadas y las personas con alguna patología. El columnista se queda fuera de esos grupos y andará sin vacuna, expuesto a la gripe, durante un tiempo, escribiendo tal vez griposo, con una manta y un paquete de kleenex, somnoliento, magreando el mando a distancia, pensando en el Caribe y chequeando las redes sociales desde el sofá. Cuántas columnas que usted pueda leer estos días se habrán escrito con gripe. Sin que falte el que tiene siempre la prosa febril.

Uno podría contar su edad en gripe: tengo siete gripes. O percatarse de que ha cogido la gripe un año no y dos sí. Puede que haya una gripe destinada a nosotros pero que alguien se cruce en el camino y se la quede. Mi gripe en otro cuerpo, gripando otra personalidad, haciendo que no vaya a trabajar mientras yo voy. A veces uno coge la gripe de otro con el que convive. Llega una gripe destinada a tu hijo y la acabas adoptando tú. Es un acto de amor o es que el virus ve tu cuerpo más confortable que el de un tierno infante, que, griposo, solo alcanza a llorar, moquear y felicitarse de no tener que ir al colegio a que continúen desasnándolo, romanizándolo. No nos resistimos a reproducir el chascarrillo médico: «la gripe con medicación se cura en una semana; sin medicación, en siete días.

«Eso va a ser gripe», dice una señora mayor con un deje de desidia, resignación y docta experiencia. La gripe es el parón y temor del autónomo, la bendición del funcionario absentista. Puede ser muy inoportuna pero una hermosa lotería si llega para librarte de ir a la boda pomposa de una pareja con ínfulas que ha puesto una lista de bodas inspirada en el movimiento rococó francés. En el convite sólo se servirán verduras de la zona y vino blanco ecológico. Gracias a la gripe desaparece de tu cerebro la maldita frase de «tengo que llevar el traje al tinte». No obstante, en un rasgo de inopinada diligencia, lo bajas o consigues que alguien te lo baje. Encontrará entonces en la puerta de la tintorería un cartel: «Cerrado por gripe».

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