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Opinión | 360 grados

Francia, piruetas al borde del abismo

La economía del país vecino está prácticamente estancada, la deuda no hace sino crecer y el Gobierno ha perdido el control del presupuesto

El presidente francés, Emmanuel Macron.

El presidente francés, Emmanuel Macron. / EFE

Los nombramientos de primeros ministros por el jefe del Estado francés, Emmanuel Macron- van ya tres desde las últimas elecciones y cada vez más efímeros- no son sino piruetas al borde del abismo.

La economía del país vecino está prácticamente estancada, la deuda no hace sino crecer, el Gobierno ha perdido el control del presupuesto, pero Júpiter, como muchos apodan por su arrogancia al ocupante del palacio del Elíseo, sólo parece interesado en Ucrania.

Es el mismo patrón que siguen otros dirigentes europeos como el laborista británico Keir Starmer o el alemán Olaf Scholz, a quienes parece importarles más cómo destruir la economía rusa que resolver los problemas que tienen en casa. ¡Y luego se quejan del avance en todas partes de la ultraderecha nacionalista!

Hay que reconocer, sin embargo, que la izquierda, como siempre dividida, se lo puso fácil a Macron en su intento de frenar ante todo a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, optando por lo que consideraba el mal menor.

Hubo, sin embargo, un momento en que el Nuevo Frente Nacional, coalición de izquierda liderada por Jean-Luc Mélenchon, que se había convertido en primera fuerza parlamentaria por delante de Agrupación Nacional tras las elecciones parlamentarias convocadas por Macron a raíz de su derrota en las europeas, se puso excepcionalmente de acuerdo en presentar una candidatura: la socialista Lucie Castets.

Economista y alta funcionaria pública, directora de Finanzas del Ayuntamiento de la Capital, Castets era una socialista moderada, ideológicamente muy alejada del líder de la Francia Insumisa, Mélenchon.

Pero, a diferencia de algunos de sus predecesores como François Mitterrand o Jacques Chirac, Macron no estaba interesado en una “cohabitación”, es decir en la pertenencia de los dos poderes del ejecutivo- Presidencia y jefatura del Gobierno- a distintos campos políticos.

Júpiter lo quería todo, y así fue nombrando a políticos de su confianza, todos ellos de la derecha ultraliberal- Michel Barnier, François Bayrou y últimamente, Sébastien Lecornu, que fracasaron y le han dejado ya prácticamente sin nuevos candidatos a un cargo que quema a quienes lo ocupan.

Y así se ha llegado a la situación actual: el último primer ministro al que nombró, su amigo Lecornu, arrojó la toalla antes de un mes.

Genio y figura, Macron intentó imponerle un equipo de gobierno sin consultar al ministro del Interior, Bruno Retauilleau, representante del sector más ultra de Los Republicanos, que convocó una reunión urgente de su partido, pero Lecornu ni siquiera esperó al resultado.

En vista del último fracaso, la oposición parlamentaria – la Agrupación Nacional, actualmente liderada por Jordan Bardella, y la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular- exigen no sólo nuevas elecciones sino la dimisión de Macron, cuyo segundo mandato no acaba hasta mayor de 2027.

¿Resistirá Macron en el Elíseo? ¿Dará el paso que todavía no ha dado nombrando a un político de la izquierda más moderada, por ejemplo: Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista?

Pero éste no contaría con el apoyo ni de la Francia Insumisa ni con la derecha y la extrema derecha. El arrogante Júpiter lo tiene cada vez más difícil.

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