Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Málaga de un vistazo

Los días empiezan a alargarse

Tenemos una especie de solsticios malacitanos que marcan los días más largos y los días más cortos, pero no referidos a las horas de luz, sino a las horas en la que se puede hacer vida en la calle

Amanecer en el Torcal de Antequera.

Amanecer en el Torcal de Antequera. / l.o.

Comúnmente se piensa que, desde el día de San Juan, los días empiezan a acortarse hasta que llegamos a Navidad, momento en el que los días comienzan a estirarse. Pero este efecto es únicamente aplicable, en nuestra ciudad, a las horas de luz; pero a nada más, pues tenemos una especie de solsticios malacitanos que marcan los días más largos y los días más cortos, pero no referidos a las horas de luz, sino a las horas en la que se puede hacer vida en la calle.

Así, en agosto, en la celebración de la Feria de Málaga, los días son extremadamente cortos, y duran únicamente seis horas, desde las doce de la mañana hasta las seis de la tarde. A esa hora comienza la madrugada, la hora a la que no se puede hacer el mínimo ruido, nunca sabemos si por no molestar al turista extranjero, o por no molestar a los vecinos del Centro de la ciudad, en caso de que siga viviendo alguien aquí con un mínimo acento malagueño.

Este criterio, sin embargo, cambia radicalmente en Semana Santa. Los días se alargan hasta las ocho de la mañana, pareciendo que el sonido de trompetas, cornetas y tambores se sitúa en la frecuencia del canto de las ballenas, de forma tal que nadie lo oye y a nadie le molesta.

No seré yo quien proteste porque la Semana Santa regale increíbles imágenes al amanecer en el encierro en alguna casa hermandad de algún barrio castizo malagueño. Pero hombre, a ver si es posible que alguien baje a la Feria del Centro después de la siesta.

Tracking Pixel Contents