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Opinión | Málaga de un vistazo

Los aleccionadores y el falso dilema

Es realmente esclarecedor que, quienes usan este discurso pensando ser los nuevos Copérnicos de la ‘manifestología’, le pretenden aleccionar sobre qué manifestación deberían convocar

La gente celebra en Tel Aviv el final de la guerra.

La gente celebra en Tel Aviv el final de la guerra. / ABIR SULTAN / EFE

Si ha dado su opinión en su círculo o en redes sociales para manifestar su repulsa a lo que está sucediendo en Palestina desde hace más de un año, o si se ha sumado a alguna de las concentraciones o manifestaciones contra este genocidio, seguramente se habrá topado con algún miembro de la sociedad que le reprocha que «hay cosas más importantes» diciéndole sobre lo que se debe o no manifestar.

Una suerte de pirámide de Maslow sobre qué manifestaciones van en primer lugar, cuyo recuento empieza por su propio ombligo. Es realmente esclarecedor que, quienes usan este discurso pensando ser los nuevos Copérnicos de la ‘manifestología’, le pretenden aleccionar sobre qué manifestación deberían convocar o a cuáles deberían ir o no, cuando seguramente no se los haya encontrado nunca en ninguna de las manifestaciones por una vivienda digna, una ley de dependencia eficiente, las mareas blancas por la Sanidad o las mareas verdes por la Educación; a pesar de que son los argumentos que utilizan para desdeñar y criticar a quienes no se quedan callados e impasibles ante un genocidio que debería tener un respaldo unánime de protesta e indignación de la sociedad civil.

Es un ejemplo más y bastante esperpéntico de la falacia del falso dilema que presenta solo dos opciones como las únicas posibles para una situación, cuando en realidad no es así.

Y digo esperpéntico porque, por recalcarlo, quienes crean este falso dilema, no acostumbran a moverse de su sofá para ninguna de las dos opciones: ni la que critican ni con la que aleccionan.

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