Opinión | Notas de domingo
Esencias y relumbrones
No faltan candidatos para casi nada. Y no hablamos solo de política

Un coche de caballos durante un paseo turístico. / Álex Zea
Lunes. Suena el teléfono temprano. Hay días, los lunes, en el que los palizas madrugan para, rápido, recordarle al mundo que existen. Uno por su experiencia huele ya esas llamadas que son para pedir algo. Hay que ser más rápido y salir de la cama y ser tú el que pida: un café con leche y un bocadillo de aceite, jamón y tomate. El chute permite afrontar el primer día de la semana con alguna garantía y con el mantenimiento de ciertos propósitos mundanos, intelectuales o vitales. El festín de los periódicos es hoy un poco tardío. Casi a la una de la tarde. Me propongo encontrar la palabra bodorrio en algún texto de algún diario. No sé, es un afán. Leo una columna magnífica de Carlos Navarro Antolín. Habla del exceso de figurones, de que hay candidatos para todo, para cualquier presidencia, rectorado o entidad cofrade o civil: y «no faltan candidatos al relumbrón de la Sevilla de las ocho de la tarde». Very extrapolable. Glorioso hallazgo: «candidatos al relumbrón de las ocho de la tarde».
Martes. Se extingue la licencia de los coches de caballo en mi ciudad. Adiós a una estampa entrañable y turística, casi una seña de identidad. Pero está bien: los caballos sufrían. Me pregunto dónde los llevarán, quién se hará cargo de ellos. De repente caigo en que estoy preguntándome todo esto en voz alta, en medio de la redacción. Un compañero suelta: en mi pueblo hay una carnicería de carne de potro. Repelús, claro. No me parece comestible un caballo. El Consistorio ha indemnizado a los últimos cocheros que quedaban y va a procurar su reconversión. Algunos tal vez se haga taxistas. O veterinarios. Creo que subí a un coche de caballo de pequeño. Lo tengo en nebulosa. Sigo hablando en voz alta y otro compañero, qué salaos son, proclama: ya sin coches de caballo, lo próximo en extinguirse tienen que ser los periódicos en papel. Voy a por café.
Miércoles. El local que albergó un restaurante que poco a poco se convirtió en seña de identidad del barrio, va a convertirse en un McDonald. Unos ven ahí el progreso, otros la seña de identidad (ya he escrito dos veces «seña de indentidad» en esta sección) perdida. Tal vez ambas cosas. Donde antes café, ahora Cola, donde antes tapa de rusa o boquerones, ahora hamburguesón. Si quieres conservar a toda costa te conviertes en reaccionario, si dejas que el avance no tenga frenos te quedas sin alma. Muchos de los que se quejan de la pérdida de ese sitio castizo no entraban nunca en él. Sobre el asunto corren algunos riachuelos de tinta. La noticia se opaca con otra: la también hamburguesería Five Guys abrirá en zona céntrica. Urge una cadena franquiciable de Gazpachuelo. O un fish and chips de boquerones.
Jueves. Rincón Catedral, o más coloquialmente, ‘donde Emilia’. Algún notable en mesa cercana. Tertulia que se mete en Honduras. Estos almuerzos se erigen en oasis de la semana, una ruptura de rutina. Nunca hemos rehuido el asunto político, pero me da a mí que ahora en España se habla mucho más de politica. Más que cuándo. No sé. Más. Huevos fritos con pisto, que no solo de escarola vive el hombre. En la mesa de atrás, cuatro comensales, uno de ellos dice: «Ése tiene una estatua, no como mi padre, que fue concejal también allí y nada». Me quedo ya cavilando, claro, toda la tarde. Qué ciudad será de la que habla. Qué concejal, de qué partido, en qué año. Estar en un restaurante, un autobús, la playa, la calle o el súper, es ver volar conversaciones e historias. La cuestión es cazarlas o dejarlas pasar, indagar en ellas, participar incluso. Es como literatura, o material para hacer literatura, que vaga en un etéreo limbo sin terminar de aterrizar.
Luego hay café en el Málaga Palacio, donde siempre se ve a un famoso, tienen los periódicos, te atienden bien y los sillones son confortables. El mundo sería más civilizado si ciertas cosas se trataran en los bares de hotel y no en despachos o bares infames. Los extranjeros y las actrices con todo por demostrar son más de ir a la terraza pero a mí me gusta más la parte de la planta baja.
Viernes. Tanto que se habla en el periodismo de la importancia de preguntar habría que reivindicar el escuchar. La gente teme al silencio: y entonces largan lo más grande.
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