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Opinión | 360 grados

Chat control: ¿caballo de Troya del espionaje masivo?

Algunos temen que la lucha contra la pornografía sexual en las redes, totalmente justificada, pueda convertirse en el caballo de Troya de los gobiernos para controlar otro tipo de contenidos

Imagen de archivo de una operación contra la pornografía infantil.

Imagen de archivo de una operación contra la pornografía infantil. / l.o.

¿Quién puede no estar en contra de un mayor control de lo que circula en las redes sociales cuando se trata de pornografía infantil?

Eso es lo que intentaba en principio el proyecto de ley presentado el pasado julio por la presidencia de turno de Dinamarca en la UE, que finalmente no prosperó.

Su aprobación exigía, según las reglas comunitarias, no sólo al menos un 15 de los países de la UE, sino que la población de los mismos representara al mismo tiempo como mínimo un 65 por ciento del total de ciudadanos europeos.

Al final, todo dependía de cómo votara el país con la mayor población de los veintisiete, Alemania, y no hubo acuerdo en la coalición de gobierno de cristianodemócratas y socialdemócratas.

La Comisión pretendía con ese proyecto de ley poder escanear fácilmente mensajes, noticias, imágenes y contactos relacionados con delitos sexuales de que son víctimas los menores.

Algunos temen, sin embargo, que la lucha contra la pornografía sexual en las redes, totalmente justificada, pueda convertirse en el caballo de Troya de los gobiernos para controlar otro tipo de contenidos, por ejemplo, los de tipo político.

Los frentes que se han formado en la UE en torno a ese tema tan candente apenas se han movido, y así, una escasa mayoría de los Estados miembros – entre ellos países tan importantes como España, Francia o Italia- está a favor mientras que otros, sobre todo Bélgica, República Checa, Polonia y Holanda rechazan el proyecto de ley.

Alemanes y austriacos oscilaban entre ambos frentes, pero finalmente sus gobiernos se pronunciaron por el rechazo del que llaman en inglés ‘Chat control’.

El próximo año toca presidir el semestre de turno de la UE a Chipre e Irlanda, dos países que intentarán convencer con alguna versión nueva a los países todavía reacios, especialmente a Alemania. Veremos.

Los partidos alemanes están profundamente divididos y así según los Verdes, al Ministerio del Interior, liderado por un cristianosocial bávaro, parecen darle igual «las preocupaciones de tantos padres por la protección de sus hijos».

Para el partido Die Linke (la Izquierda), «no se trata de proteger a la infancia sino al Estado, que no quiere controlar sus propias estructuras cuando entre los propios policías y militares abundan los chats de extrema derecha».

Los críticos del «control de los chatas» argumentan que, todo depende de la variante elegida. Los gobiernos podrían, por ejemplo, reclamar el acceso a los servidores y exigir de las empresas tecnológicas que les facilitasen los «códigos de cifrado», es decir los algoritmos utilizados para encriptar los contenidos, algo que reclamó en su día a Apple el Gobierno de Donald Trump.

La variante que más facilidades daría al espionaje masivo consistiría en prohibir directa o indirectamente los cifrados inaccesibles a terceros.

El proyecto de ley presentado por Dinamarca y finalmente fallido permitía el llamado ‘client tracking’ (rastreo del lado del cliente), es decir el control del mensaje antes de que el cliente lo envíe ya cifrado.

Las organizaciones dedicadas a la lucha contra el abuso sexual infantil, como la estadounidense Thorn o la británica Internet Watch Foundation, tendrán que emplearse aún más a fondo.

Como también las empresas tecnológicas que buscan convencer a gobiernos, policías y servicios secretos de las virtudes de sus «programas (software) de vigilancia». Hay mucho dinero que hacer con ellos.

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