Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Málaga de un vistazo

Málaga y los guiris: al final vais a cortar

Es común que en las relaciones de pareja ocurra lo siguiente: se conocen, se gustan como son, se exigen cambiar y, al final, se dejan porque han cambiado.

Lo achaco, sin respaldo científico alguno, al perverso efecto de anestesia que produce acostumbrarse a algo que a uno le gusta, lo que nos lleva a minusvalorar lo que ya tenemos.

En ese momento, exigimos un cambio, porque nos fijamos en otras cosas secundarias que no son como quisiéramos. Vemos la parte negativa, que siempre existe, de aquello que nos gustaba. Empieza la guerra de guerrillas en la que, de una forma o de otra, las personas se van deformando para intentar acoplarse a la exigencia del compañero. Y, al final, cuando el cambio se consuma, nos damos cuenta de que eso ya no nos gusta, porque ya se ha perdido en la otra persona aquello que tanto nos atrajo.

Málaga tiene una relación desde hace mucho tiempo con sus turistas, que vinieron, vienen y querrán venir por la esencia de lo que Málaga, y principalmente su gente, son. Sin embargo, hemos estado cambiando para intentar adaptarnos a lo que creemos que nuestra pareja nos está exigiendo. Y ya no hay tascas, sino irlandeses. No hay pescaito frito, sino ‘smash burgers’. Y nuestra pareja nos buscó al inicio por lo nuestro.

Mucho me temo que, cuando hayamos perdido nuestra esencia y ya no nos reconozcamos ni nosotros mismos, nuestra pareja pueda encontrar otra ciudad que tenga lo que hemos perdido. Más boquerones fritos a manojitos y menos ‘big macs’. Más sombras y pitufos, y menos ‘Starbucks’.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents