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Opinión | Málaga de un vistazo

Málaga

Los Nobel de la Guerra

Debería estarse de acuerdo en que un premio por la Paz no se le puede dar a quien insta al uso de la violencia, la practica o calla ante ella. Sin embargo, no siempre sucede así en el Comité del Premio Nobel. Ya en 1973 lo ganó Henry Kissinger, quien estuvo tras el magnicidio de Salvador Allende, la instauración de dictaduras militares y fue responsable de la Operación Menú; en 1991, se le otorgó a Aung San Suu Kyi a pesar de su silencio cómplice durante veinte años sobre el genocidio de la minoría rohingya en Birmania; en 2009, Obama fue el escogido, a pesar de que las candidaturas vencían sólo doce días después de ser nombrado presidente. Su mandato englobó acciones militares en Afganistán, Irak y Siria. En 2020, Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía, era el elegido a pesar de ser el máximo responsable de las masacres perpetradas en la región de Tigray.

Este año, el premio ha ido para alguien que participó con la firma del ‘Decreto Carmona’ en el golpe de Estado a su propio país en 2002 y alentó en 2014 las guarimbas y sanciones económicas en la OEA a pesar de afectar directamente a los venezolanos de a pie. Ha estado envuelta en los escándalos de corrupción de Citgo y Monómero, ha publicado cartas pidiendo a Biden y Netanyahu intervención militar extranjera, y ha llamado a los «hijos de Venezuela» a «soluciona» los problemas del país con el uso de la violencia.

Entre esos hijos no cuenten a los suyos ya que los tres viven en Estados Unidos, luego el derramamiento de sangre tendría que correr a cuenta de otras familias del país. Curiosamente, Gandhi nunca recibió este premio. Extraños pacifistas. Extraños comités.

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