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Opinión | Miel, limón & vinagre

Víctor A. Gómez

Carla Bruni, las perfectas lágrimas

Epítome de la belleza serena y burguesísima, biónicamente perfecta, fue top y primera dama; ahora llora el ingreso en prisión de su pareja, el expresidente Nicolas Sarkozy

Carla Bruni.

Carla Bruni.

[Este año, el cineasta Pablo Larraín cerró su trilogía de personajes femeninos de calado en la historia contemporánea retratados en momentos de zozobra interior: Jacqueline Kennedy/Onassis ('Jackie', 2016), Diana de Gales ('Spencer', 2021) y Maria Callas ('Maria Callas', 2024). Nos permitimos añadir al canon un apéndice dedicado a Carla Bruni, a la que captamos de regreso a su apartamento tras despedirse de su pareja, el expresidente de Francia Nicolas Sarkozy, camino de su ingreso en prisión]

Los 3.000 metros cuadrados del palacete de Villa Montmorency le parecen triplicarse por momentos a Carla Bruni tras regresar con la pequeña Giulia de su despedida de Nicolas Sarkozy. Pero peor que sentirse sola y pequeña en aquella residencia es encontrarse un cliché: sí, ahora mismo es la señora pija ahogada en una gigantesca y opulenta nada, a la deriva en un lujoso vacío. Se está dando cuenta ahora, hay poca distancia entre la perfección y el lugar común: cuando estuvo con un señor veinte años mayor (Jean-Paul Enthoven, editor y periodista) para terminar dejándolo por su hijo (Raphäel Enthoven, filósofo y profesor), aquello le parecía deliciosamente escandaloso; sin embargo, cualquiera sabe que es la sinopsis de la película francesa más francesa de la historia.

Y como cliché que ya era seguro que la prensa titularía lo que acababa de vivir la 'extop model' con frases tan ocurrentes como 'El desfile más triste de Carla'. Quién sabe si un periodista sagaz hurgaría entre las letras de sus canciones para darle color al artículo y encontraría la de 'Stand by your man' ('Apoya a tu hombre'). Sería demasiado pedir: nunca se tomaron demasiado en serio su carrera musical, que tras el éxito fulgurante de su primer álbum algunos críticos cabrones tildaron de 'folk Nescafé'. Luego se casó con Nicolas y ya se acabó la tregua de los 'rogelios' de cuello vuelto de 'Les Inrockuptibles'.

Carla 'googlea' las primeras noticias del encierro de Nicolas en las webs de los principales digitales y se acuerda de aquella escritora (Justine Levy) que la describió como "una mujer hermosa y biónica, con la mirada de un asesino, de un 'terminator'". Cuando se lo contaron no le hizo mucho gracia, aunque comparado con como la describió uno de sus ex, el músico Eric Clapton, salía ganando.

A veces Carla se preguntaba por qué todo el mundo parecía odiarla; siempre tardaba segundos en responderse a sí misma: siendo guapa, alta, cultivada y compositora, lo mejor que pueden sentir hacia ti es envidia. Su hermana Valeria (actriz y directora de cine) se lo dejó claro: "Te criaste en palacios, tu madre era pianista clásica y tu padre un industrial y compositor de ópera, te follabas a Vincent Pérez... No seas imbécil", se decía.

A Valeria siempre se la han tomado más en serio en lo suyo, su arte ha sido siempre menos sospechoso, habiendo crecido en los mismos palacios que Carla; supongo que porque es más atractiva que hermosa, más imperfecta. Carla, en cambio, siempre ha cultivado ese aire 'cool', ha bordado esa sonrisa fascinante por perfecta para unos, irritante por perfecta para otros; quizás sí que era lo que veía en ella la Levy. Perfecta. "Biónica".

Se aparta un rato del portátil para decirle a Giulia que busque un próximo torneo hípico en el que competir. Cualquier cosa para tenerla entretenida mientras ella busca su guitarra. Ve en Villa Montmorency una de las fotos de su hermano Virginio y se acuerda de cuando le escribió una canción ('Salut marin') al poco de morir de sida. Se acuerda de cuando, siendo niña, reunía a sus padres, también a Virginio y Valeria, para tocarles sus primeras canciones. Quizás pensaban que jugaba a ser cantautora. Sería así siempre después: Carla Bruni ha sido la niña rica que jugaba a ser 'top', la 'extop' que jugaba a ser cantautora, la cantautora que jugaba a ser primera dama, la jovencita que jugaba a ser mujer, la mujer que jugaba con los hombres... ¿Y ahora, a qué juega ser ahora con Nicolas en la cárcel cinco años? Supongo que nadie se creería una lágrima suya aunque la recogiera con un dedo: Carla estaría jugando a estar triste. Saca del estuche su Taylor pequeña, flaca, casi infantil, del estuche; esboza unos acordes suaves y canta: "¿Cómo harán los separados / cuando sus días estén contados? / ¿Cómo podrán dormirse / Sin que se mezclen sus suspiros?". Y la canta bajito, sin que nadie se entere, menos Giulia, pero deseando que alguien la escuche y la crea.

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