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Opinión | Málaga de un vistazo

Raras costumbres

Creerse una mentira no siempre es engañarnos. A veces es convencernos

Dicen que con 21 días basta para asentar una nueva costumbre, que si tienes la disciplina suficiente para hacerlo durante todos esos días seguidos, la resistencia que se pueda tener ya no resiste más y te deja hacer.

No sé yo si serán tan exactos los días, y si a todo puede uno acostumbrarse por más esfuerzo que se ponga. Pero está claro que si se quiere empezar alguna -aunque al principio cueste- será mejor pensar que tras unas pocas semanas ya no costará tanto como las primeras veces. Nadie quiere luchar contra sí mismo todo el rato, ni demasiado tiempo. Creerse una mentira no siempre es engañarnos. A veces es convencernos. Sin embargo, el resultado que se busque con lo que sea que queramos añadir o quitar a nuestro día a día, no llegará nunca tan pronto, pocas cosas cambian tan solo con decidirlo, por eso viene bien pensar que esa espera no cargará además con el desgaste de no ver avances o de luchar contra lo que sea que trate de impedírnoslo.

Qué difícil es incorporar en cualquier caso algo nuevo en la rutina el primer día. Y más difícil todavía quizá sea dejar de hacer de pronto lo que hacíamos; empezar a comer bien, o dejar de hacerlo tanto, sacudirse del cuerpo la pereza y darle el ejercicio que le falta, dejar cualquier vicio, sentirse parte de algún lugar desconocido, o aceptar lo que cambia donde vivimos. Yo, por ejemplo, no me logro acostumbrar nunca al cambio de horario y para cuando lo hago vuelven a cambiarlo. Aunque prefiero no hacerlo que verlo cambiar durante 21 días seguidos, la verdad. A no hacer nada sí que es fácil acostumbrarse, solo hace falta ver cuánta gente que empieza nunca acaba.

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