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Opinión | Tribuna

Josep Maria Fonalleras

Todo vale

Resulta que vivimos en un mundo de locos donde todo vale

Una mujer afgana.

Una mujer afgana. / Efe

Supongo que recordarán las escalofriantes imágenes de Daniel Pearl y de James Foley, ambos periodistas, ambos decapitados por grupos yihadistas, en Pakistán y a manos del ISIS, en Siria. No el momento de la decapitación, por supuesto, sino los instantes anteriores, cuando estaban arrodillados en el suelo, encapuchados, en presencia de una cohorte de milicianos hambrientos de violencia, ametralladoras en ristre. Esas imágenes, como tantas otras, similares han formado parte del imaginario contemporáneo y son paradigma del terror.

Sin embargo, resulta que vivimos en un mundo de locos donde todo vale. Ahora, la misma escena ha sido reproducida como bufonesca parodia en un vídeo de propaganda de una agencia de viajes llamada Raza Afghanistan, propiedad de un tal Yosaf Aryubi, que se dedica a organizar tours turísticos para americanos que quieran visitar el país de los talibanes. Un colega suyo es quien está encapuchado, mientras que él actúa como líder de los hombres armados. Dice: «Tenemos un mensaje para Estados Unidos», que es la fórmula que se utilizaba para anunciar el ajusticiamiento. Y, de repente, sacan la capucha al hombre arrodillado (que se asemeja a Zlatan Ibrahimović y que es uno de esos influencers viajeros), que sonríe a la cámara, levanta el dedo pulgar y proclama: «¡Bienvenidos a Afganistán!».

Todo esto lo explica un reportaje de The New Yorker, que se titula así: «Among the Talibros», que parece ser la manera simpática de hablar de los radicales islamistas. Después, imágenes típicas del turista atrevido. Montañas escarpadas, bailes alrededor de tanques y cañones, comidas tradicionales a la carta en una especie de restaurante rural, excursiones en barco, chicos rubios de juerga y otras cosas similares.

La promoción contiene dos mensajes: atrévase a vivir experiencias al límite y no hay para tanto, porque los talibanes son la mar de simpáticos y las mujeres tampoco están tan sometidas como os quieren hacer creer. Es decir, una cruel pantomima. No es que la tragedia vuelva en forma de comedia. Es que, como con el cerdo, todo se aprovecha.

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