Opinión | Viento fresco
Godiva en blue jeans
Paseando por la ciudad otoñal se topa uno con una tertulia de mendigos en la que salta la noticia: premio para la malagueña María Victoria Atencia

Paraguas en un día de lluvia. / ep
Va recibiendo la ciudad el otoño con calma y sin prisas y las primeras lloviznas y el cambio de luz sacan a escena a los que no pueden soportar más no lucir el abrigo. Los pantalones cortos persisten. Observo que hay quien los lleva incluso con camisa y cazadora. Uno ha cedido a enseñar la rótula en los meses de más calor para no morir abrasado ni sudar en exceso pero ya va siendo hora de una prudente reclusión para esas bermudas azules que tan buen servicio han prestado durante el estío, que es como los columnistas llamamos al verano.
El cronista metido a observador de indumentarias constata también la presencia de tímidos paraguas. Son pequeños, muy portables. Los llevan señores mayores que temen al agua o la vida los ha hecho precavidos. Tal vez lo llevan para ofrecérselo al nieto a la salida del colegio. Pero el nieto quiere la merienda, el móvil y escurrir el bulto en la calle un rato para no subir a casa y tener que hacer los deberes. En mis tiempos de estudiante madrileño tenía un paraguas que me daba suerte en los exámenes. Lo malo era llevarlo a los exámenes de junio. Eso me granjeó cierta fama de excéntrico pero también algún notable. Perdí ese paraguas en una expendeduría de vermú un Martes Santo y supongo que ese paraguas tocado por el destino continuaría un tiempo dando suerte, mala o buena, a otra persona. Tal vez lo encontró un profesor que de repente sin saber por qué comenzara a suspender a sus alumnos.
Encamino mis pasos a la playa para dar noticia aquí de que aún hay bañistas, así la columna es viva y no trae solo pretensión de observancia o intento de lirismo intemporal. Trae noticia fresca: hay bañistas. Que tal vez dentro de un rato sean oficinistas, dependientes de comercio, taxistas o amos de casa con dificultad para llegar a fin de día.
Al doblar una esquina me entero por la tertulia que mantienen dos mendigos de pantalones amarillos de que a María Victoria Atencia le han dado el Premio Nacional de las Letras. Telefoneo a mi mujer para decírselo, dado que es una gran lectora de Atencia, y me dice que yo pedí en un artículo que le dieran ese premio. No lo recuerdo, debió de ser hace mucho. Tal vez se ha confundido de columnista. O de poeta. O se ve que no me hicieron ningún caso, dado que por el tiempo que ha pasado será otro jurado el que lo ha concedido. Busco un poema de Atencia para dejar al fin de fisgonear cómo va la gente vestida. Me sale el más célebre: ‘Godiva en blue jeans’. Al menos no iba, Godiva, en bermudas. n
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