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Opinión | Con criterio

Terrorismo patriarcal

Los datos oficiales -que solo tienen en cuenta la violencia de parejas y exparejas-, nos arrojan tres datos estremecedores: desde 2003, 1.325 mujeres han sido asesinadas por hombres

Pulseras contra el maltrato.

Pulseras contra el maltrato. / EFE

Ni exagero al hablar de terrorismo, ni me equivoco en el adjetivo patriarcal. Según la RAE, el terrorismo hace referencia a la violencia para dominar mediante el terror. En el imaginario colectivo español usar el término terrorismo nos remite a ETA y al yihadismo islámico, ya que en ambos casos se han llevado por delante la vida de compatriotas.

Somos menos quienes pensamos en las mujeres, niños y niñas víctimas de la violencia machista. Sin embargo, los datos son contundentes: esta violencia ha matado a más personas en nuestro país que los otros.

Los datos oficiales -que solo tienen en cuenta la violencia de parejas y exparejas-, nos arrojan tres datos estremecedores: desde 2003, 1.325 mujeres han sido asesinadas por hombres; desde 2013, 63 menores lo han sido por su padre y solo en septiembre de 2025, hay 104.981 mujeres y adolescentes que tienen protección policial del sistema VioGén.

El mismo diccionario señala que patriarcado es el predominio masculino en una sociedad y patriarcal significa que es un poder ejercido de manera autoritaria. ¿Cómo consigue el patriarcado -que no los hombres- que el poder siga siendo masculino? Desde el siglo XV, Maquiavelo mantuvo que había que estar dispuesto a la crueldad para mantenerlo.

En este caso, el terror sexual es el instrumento de socialización que el patriarcado ejerce sobre las mujeres y las niñas para su control. Frases como «ten cuidado», preguntas sobre «cómo ibas vestida» o juicios de valor del tipo «la culpa es tuya porque ya sabes cómo son» limita nuestros movimientos y libertad. Nos hace responsables a las féminas, a todas, sin que se interpele a los varones agresores.

Según un estudio de Sexviol en el que participa la Universidad Complutense de Madrid, solo el 19,1% de los victimarios de agresiones sexuales son desconocidos y las agresiones colectivas, como las manadas, representan tan solo el 2,8% de las sentencias analizadas por dicho estudio. De hecho, en más del 80 % de las agresiones sexuales existía previamente algún tipo de vínculo entre víctima y victimario. Sin embargo, el foco social y comunicativo está en las agresiones ejercidas por extraños a la víctima.

A este caldo de cultivo, debemos sumarle unas políticas públicas, incluso algunas políticas de igualdad y contra la violencia hacia las mujeres que carecen de perspectiva feminista. Un claro ejemplo de ello es la Propuesta de pautas para la intervención integral e individualizada con mujeres víctimas de violencia de género, sus hijos e hijas y otras personas a su cargo de la Delegación del Gobierno para la Violencia de género, que establece como pauta: «Apoyar a las mujeres en la resiliencia y en la recuperación de sus fortalezas y capacidades para que puedan abandonar su posición de víctimas». ¿Es posible pensar que una ley le diga indique que una víctima de ETA o de los atentados de Atocha abandone la posición de víctima?

Ante este terrorismo patriarcal que nos mantiene indefensas, subordinadas y desprotegidas, os recomiendo la lectura Autodefensa feminista. Más allá de aprender a decir no, de Maitena Monroy. Porque esa realidad hay que cambiarla. Nos va literalmente la vida en ello.

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