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Opinión | Mirada global

Las verdades que interesan a Ucrania

¿Tiene miedo Zelenski de que los periodistas puedan ver con sus propios ojos lo que allí ocurre y dar luego de ello testimonio?

Rusia asegura tener rodeados a más de diez mil ucranianos en torno a las ciudades de Pokrovsk y Kupiansk, algo que Kiev tajantemente niega. En respuesta a ese mentís, el Kremlin ha propuesto suspender durante cinco o seis horas las hostilidades y crear un corredor de modo que la prensa internacional pueda comprobarlo.

El Gobierno de Volodímir Zelenski lo rechaza y desaconseja a los periodistas extranjeros esa visita. No sólo «desaconseja», sino que los amenaza con posibles medidas legales. «Estaremos muy atentos», amenaza Kiev, remedando el Big Brother is watching you ‘ El Gran Hermano te Vigila’, de la novela distópica 1984, de George Orwell ¿Tiene miedo Zelenski de que los periodistas puedan ver con sus propios ojos lo que allí ocurre y dar luego de ello testimonio? El problema es que los medios de Occidente han preferido siempre creerse la versión que daba Kiev del desarrollo de la guerra de Ucrania.

La que daba Kiev o las de Washington o Bruselas, sin que se molestasen en ningún momento de comprobar su veracidad. El problema es que nuestros medios se han hecho siempre eco de lo que contaban las grandes agencias y los llamados periódicos de referencia de EEUU como la CNN o The New York Times.

Y así se han dado, por ejemplo, cifras de los caídos de uno y otro lado que eran las que interesaban a Kiev y a sus aliados de la OTAN, como han denunciado expertos independientes, entre ellos ex agentes de la CIA, que saben perfectamente cómo funcionan esas cosas.

¿No afirmó en cierta ocasión el propio Mike Pompeo, uno de los directores de esa agencia: «We lied, we cheated, we stole…We had entire training courses» (Mentimos, engañamos, robamos. Dábamos cursos completos de formación)?

Pero la Ucrania de Zelenski es mucha Ucrania, como han podido comprobar, por otro lado, últimamente tres países de la Unión Europea como son Polonia, Hungría y Eslovaquia. Los tres se niegan a aceptar las importaciones de cereales y otros productos del campo ucraniano que impone Bruselas porque perjudicarían a sus sectores agrícolas. Todos ellos, incluida Polonia, que a diferencia de Hungría, apoya el esfuerzo bélico de la OTAN en Ucrania, han decidido desafiar a la Comisión de Ursula von der Leyen, manteniendo sus restricciones a los productos agrícolas ucranianos. Mientras tanto, aún no se ha aclarado si los incendios ocurridos en la misma semana en tres refinerías de Hungría y Rumanía fueron otros tantos accidentes o si fueron, por el contrario, provocados. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, dice no poder descartar de momento que se tratara de ataques externos.

¿Es simple casualidad que el ministro de Exteriores húngaro, el rabioso rusófobo Radoslaw Sikorski, deseara que el ucraniano sospechoso de volar los gasoductos del mar Báltico hiciese lo mismo con el oleoducto Druzhba, por los que sigue llegando todo el petróleo ruso a Europa central? ¿Han hablado nuestros medios de comunicación de todo eso? Y sobre todo, ¿qué tiene que decir Bruselas cuando se trata de países miembros de la UE?

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