Málaga,17-11-2023

Teatro Cervantes

  • Solista: Rafael Aguirre, guitarra.
  • Dirección: Pablo Mielgo.
  • Programa: Obertura de Los Esclavos felices, de J. C. Arriaga; Fantasía para un gentilhombre, de J. Rodrigo y Quinta sinfonía en Mi menor, op. 64, de P. I. Tchaikovsky


A pesar de la aparente ortodoxia del cuarto de los abonos de la Filarmónica de Málaga y de la respuesta masiva de público, por encima de los afectos destacó entre otras razones el ejercicio solista y orquestal realizado por la primera orquesta. No era de extrañar al considerar la vuelta al escenario del Teatro Cervantes de la guitarra del malagueño Rafael Aguirre y la batuta invitada, en el podio de la OFM, del maestro Pablo Mielgo.

El programa se inició con la obertura de los 'Esclavos Felices' de Juan Crisóstomo de Arriaga, partitura que avanza una doble cualidad del compositor bilbaíno tanto técnica como formal en la que se aprecian destellos schubertianos en el tratamiento de la cuerda y rossinianos en sus adornos por no mencionar la factura interna de la obra. La obertura posee una redacción posterior a un primer acercamiento del músico al texto de Luciano Comella y es una de las últimas páginas escritas por un incipiente compositor que vería truncada su carrera a temprana edad. Sobresaliente el trabajo realizado por las secciones de cuerdas de la Filarmónica donde destacó la tersura y ausencia de vibratos hacia una corporeidad guiada por la mano del maestro Pablo Mielgo.

Demasiado tiempo ha transcurrido desde el último Rodrigo que, en el mismo escenario y con el mismo conjunto de la guitarra de Rafael Agirre que lo hacía con una página inspirada para el genio de Andrés Segovia fechada en el año cincuenta y cuatro del pasado siglo de irresistible tono evocador con la mirada puesta en la escuela española de guitarra y en especial en Gaspar Sanz y con la que Rafael Aguirre mostró técnica y extremada sensibilidad. Estructurada en cuatro cuatros o danzas la guitarra de Rafael Aguirre se centró en el tono oscilante propiciado por las secciones de cuerdas y maderas en la que no ocultó la inclinación lírica y la paleta de colores que Aguirre extrae del instrumento. Constantes que lo han convertido en uno de los guitarristas más solicitados internacionalmente. Versión cargada de acentos e inflexiones complementada por la OFM sin ocultar la complicidad a tres entre solista, conjunto y batuta.

Precisamente esa misma complicidad fue otra de las claves del ejercicio orquestal propuesto al auditorio por el director madrileño Pablo Mielgo y los profesores de la Filarmónica en la segunda parte del abono. La lectura de la apreciada Quinta Sinfonía de Tchaikovsky se movió entre la solidez de las intervenciones solistas destacando, por citar algunas, el trabajo de violas, maderas o los rotundos bronces, el enmarcable texto expuesto por la trompa solista de Alexander Georguiev en el suspendido andante del segundo tiempo o el timbal de Leopoldo Saz que mantuvo en todo momento la tensión rítmica clave para el desarrollo dramático y que guió la propuesta del maestro Pablo Mielgo.

Pablo Mielgo ofreció una versión de contínuos contrastes, tornasolada, alejada de sentimentalismos propiciando al oyente una arquitectura muy personal de la sinfonía precisamente para destacar el peso del tema del destino que atraviesa la obra. Mielgo optó por la expresión y con la necesaria participación de los profesores ofrecieron una de las versiones más sólidas ofrecidas por la Filarmónica.