La luz caía ya con fuerza en la calle Dos Aceras, que todavía brillaba por el agua caída poco más de una hora antes. Esa luz contrastaba con el marrón oscuro de las túnicas de los nazarenos del Dulce Nombre, que empezaban a bajar por esta vía en silencio, portando sus cirios color tiniebla y manteniendo las filas muy pegadas. El silencio se iba extendido a la vez que el cortejo de corte franciscano, sobrio y austero, se iba extendido por la calle. La gente, todavía con la algarabía de un Domingo de Ramos, se iba tranquilizando según avanzaban las largas filas de penitentes.

La llegada del trono del Señor de la Soledad a la curva de entrada a la calle Dos Aceras se vivió con mucha expectación. La Agrupación Musical Virgen de la Oliva, de Vejer de la Frontera (Cádiz), comenzó a interpretar la marcha 'Jesús en su Prendimiento' para acompasar el paso del trono. "Otro medio pasito más y aguantamos con el izquierdo", animaba uno de los portadores, con alma y voz de capataz. Los portadores fueron aguantando el paso y el peso, que se multiplica en una curva y en cuesta abajo. Justo cuando la marcha subía de intensidad, el trono culminaba la curva y se cuadraba en calle Dos Aceras. Ni medido se consigue tanta coordinación. El aplauso arrancó de forma espontánea.

La Virgen del Dulce Nombre llegó precedida de una larga fila de nazarenos, que abrieron camino a esta imagen, iluminada por el sol que ya sí se imponía a la lluvia de forma definitiva y gracias al palio de malla que la caracteriza. La Banda Sinfónica de la Trinidad acompañaba el paso de los portadores con la marcha 'Santo Traslado'. Con mecidas suaves y paso firme el trono embocó la calle Dos Aceras para continuar su bajada y entrar en el Centro. Mientras esto ocurría, el Señor tomaba la doble curva para salir de Dos Aceras y entrar en Puerta de Buenaventura. Es una maniobra compleja, con dos curvas de 90 grados que se suceden en poco espacio y con un firme muy desnivelado, lo que carga el peso a los varales exteriores del A.

La Agrupación Musical Virgen de la Oliva enlazó dos marchas para ayudar a los portadores. Comenzó con 'Costaleros del amor' cuando el trono inició su salida de Dos Aceras, para continuar con 'A la gloria' para entrar en la Puerta de Buenaventura. Los hombros castigados, pero sin perder el paso en ningún momento y con la mecida suave para llevar al Señor.