La lluvia acabó ayer con las ilusiones de los cofrades antequeranos al deslucir el Domingo de Ramos de la ciudad del Torcal. Todo un año de trabajo se vio afectado por las precipitaciones que, aunque fueron intermitentes, afectaron de manera decisiva a la cofradía de la Pollinica, la primera en procesionar de una de las Semanas Santas más singulares de toda Andalucía y que, cada año, concita la atención de miles de visitantes de todo el país.

Eran las seis en punto de la tarde. El momento definitivo, el que los cofrades esperan a lo largo de todo el año contando las horas, el que hace que las vísperas tengan sentido. Sin embargo, un aguacero, que caía desde minutos antes de esa hora, continuaba castigando Antequera. Muchos paraguas abiertos es la peor visión que puede tener un cofrade cuando está a punto de hacerse a la calle. Las caras eran un poema en la iglesia de San Agustín. Por ello, la Junta de Gobierno debió reunirse para tomar una decisión al respecto: salir y exponer el patrimonio al potencial daño que causa el agua o quedarse en el templo, rezar, encender las velas y esperar a otra Semana Mayor. Finalmente, la cofradía, consciente de que las previsiones no eran definitivas y que había un claro importante, optó por hacer el recorrido procesional, pero empezando a las siete menos cuarto de la tarde, es decir, retrasó su puesta de largo.

Las puertas del templo se abrieron y, entre aplausos, los antequeranos mostraban su expectación por ver y poder rezar a los titulares de la Cofradía de la Pollinica en la calle. De esta forma daba comienzo el Domingo de Ramos antequerano.

Como protagonistas, los niños, vestidos de hebreos, y las niñas ataviadas de mantilla, pero todos portando palmas, que previamente fueron bendecidas, en concreto en una misa que tuvo lugar el pasado Viernes de Dolores.

María Santísima de Consolación y Esperanza, justo en el momento en el que se hace a la calle, una maniobra muy compleja para los hermanacos, pero también de gran belleza.

Muchos niños en las calles, que esperan también todo el año para ver a las imágenes de la Cofradía de la Pollinica, una de las más queridas del pueblo. Así, Jesús a su Entrada en Jerusalén, Jesús Orando en el Huerto y María Santísima de la Consolación y Esperanza, pudieron recorrer las calles durante poco más de dos horas. La dolorosa, por cierto, fue recibida con una petalada a las puertas del templo, una vez que previamente saliera su cortejo procesional desde San Agustín.

Tras el trono de la Pollinica y precediendo al tramo de Jesús Orando en el Huerto, iba la Agrupación Musical de la Salud, de Churriana de la Vega (provincia de Granada). Cerrando el cortejo procesional y poniéndole música al paso de los hermanacos que portaban la Virgen de la Consolación y Esperanza, la Asociación Musical de las Flores de Málaga, una de las bandas señeras de la capital.

Nuestro padre Jesús Orando en el Huerto.

Entre los estrenos de esta Semana Santa de 2018, destaca el trono de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén, que este año ha puesto de largo la primera fase de carpintería, realizada en los talleres cordobeses del municipio de La Rambla.

Cuando apenas quedaban unos minutos para las nueve de la noche, mientras la Cofradía de la Pollinica transcurría con normalidad su recorrido procesional por las calles de Antequera, comenzó a llover de nuevo.

La Cofradía de la Pollinica respondió rápidamente ante esta situación sobrevenida y sorpresiva, acortó el recorrido procesional y se dirigió, de forma inmediata, hacia su templo para proteger sus enseres y a sus sagrados titulares.

A medida que los minutos fueron pasando, la lluvia cada vez cobró más protagonismo y fuerza y las imágenes tuvieron que ser cubiertas por plásticos de grandes dimensiones.

Sus hermanacos, entre lágrimas, llegaban portando a hombros sus sagrados titulares hasta la puerta de la Iglesia de San Agustín. Un triste final para este Domingo de Ramos de Antequera. Los devotos de la Semana Santa esperan que el tiempo respete al resto de desfiles procesionales.