La hermandad de Jesús de la Salutación y la Virgen del Patrocinio siempre pone el contrapunto en la tarde noche del Domingo de Ramos, un primer día de la Semana Santa muy especial en 2019 por el estreno del nuevo recorrido. Lo que en otras hermandades es algarabía o pasión, en Salutación es silencio y contención, rigor en las filas nazarenas y compacto el cortejo para hacer lo que se supone que sus hermanos están llamados a cumplir: una verdadera estación de penitencia.

Otra vez, como ya viene siendo habitual, miles de fieles y devotos se congregaron en la pequeña plazuela del Cristo de la Sangre para ver iniciarse el cortejo, siempre con una salida complicada por las pequeñas dimensiones de la puerta de la parroquina. A las tres y media en punto, han comenzado a salir los nazarenos con túnicas inmaculadas desde las entrañas de San Felipe Neri. El cortejo se derramaba lentamente hacia las calles de la feligresía, que cada año recorre la procesión antes de ir hacia el recorrido oficial y la siempre impactante estación de penitencia en la Catedral malagueña. Silencio junto a la cruz guía. Sólo se han escuchado los pasos de los nazarenos al avanzar. Detrás, el Señor de la Salutación, que porta la cruz hacia el Gólgota y cuya cara es enjugada por la Santa Mujer Verónica con un paño, que este año ha pintado Curro Claros.

El Señor (Dubé de Luque, 88) va acompañado, como ya ocurre desde hace años, por la Agrupación Musical El Rescate de Linares, una banda de mucha calidad que resuena como pocas en la tarde del Domingo de Ramos. Primero, el Señor se ha aproximado al dintel con la marcha Triunfal, luego la difícil maniobra de salida, con el Himno Nacional, que obliga a replegar los dos varales exteriores y a salir de los mismos a los hombres de trono y después, la maniobra de giro en la calle mientras, desde el Museo del Vidrio, se interpreta una pieza clásica. Aplausos para el Nazareno, ya en la calle, que se recortaba imponente con el sol de media tarde del Domingo de Ramos. Para llegar a la casa hermandad de Pollinica, Divino Nazareno, describiendo el trono una complicada curva para embocar Parras. Frente a Pollinica, Pange Lingua, en un emotivo y sencillo acto.

La Virgen del Patrocinio encierra en su trono, estrenado hace dos años con su histórica primera salida, toda la filosofía de una hermandad que ha hecho, como hemos comentado antes, del silencio y el recogimiento dos de sus principales características. La maniobra de salida es complejísima, de forma que el palio casi roza el dintel de la puerta de San Felipe y se obliga a los hombres de trono de los varales exteriores, como en el caso del Cristo, a salir de sus puestos para poder vencer esta maniobra con éxito. También hay que quitar, como en el caso del Nazareno, las patas de apoyo. Los varales rozan el suelo al iniciar al echarse a la calle la dolorosa.

Este año, la dolorosa cambia de banda y lleva a Jesús Nazareno, de Almogía. Para llegar al dintel, no se ha interpretado ninguna marcha dada la dificultad de la maniobra de salida (sólo el tambor); para ganar la calle, y tras escuchar durante un rato únicamente la voz de los capataces y el mayordomo, el Himno Nacional. Ha habido muchos aplausos en este instante, además de expectación por ver el milagro de sacar cada año a la dolorosa por una puerta tan estrecha. Y ya en la calle, antes siquiera de colocar de nuevo las patas del trono y subirlo a hombros de los portadores, Patrocinio, Madre de Dios, muy aplaudida. Esta pieza ha concluido ya con la Virgen siendo mecidas por los portadores.

Los estrenos este año son los siguientes: la trasera del trono de la Virgen, obra de Emilio Méndez, el asta de la bandera concepcionista (también de Méndez), el paño de la Verónica y la marcha para el Señor 'El rostro de Dios', de Alfonso López Cortés.