Al Nazareno de Viñeros se le llama el Señor de Carretería. Y tiene su razón. El trono de carrete, dorado, con cuatro faroles de plata en las esquinas, se hizo a la calle Carretería con ritmo cadencioso. Sobre su trono, la imagen destaca por encima de todo. Con su pose elegante, la túnica burdeos ondeando con el movimiento suave que le imprimen los portadores.

El trono se convierte en un altar donde el Nazareno es el único punto de referencia. La elegancia del cortejo, con nazarenos vestidos de terciopelo rojo, altos cirios con el sello de la hermandad, túnicas bordadas de oro en el capillo y las mangas de los cargos de procesión, los arcabuceros con armas hacia abajo en señal de luto, la llave del Sagrario de la Iglesia de Santa Catalina en las manos del Señor, y la música melodiosa de la Agrupación Musical San Lorenzo Mártir, que este año cumple su décimo aniversario, crean un conjunto señorial, con poso histórico y presencia rotunda. No necesita de grandes tronos, sino de un conjunto equilibrado.

La salida se hizo además con una novedad, la escolanía y la capilla musical abrían con música suave el cortejo procesional e imponía el silencio a su paso para escuchar mejor el canto. Mientras, la agrupación musical enlazaba tres marchas para ayudar en la maniobra de salida del Nazareno: ´Redención, Pasión y Amargura´, ´Anima Christi´ y ´La Pasión´. El giro en la plaza de hizo con precisión. El Nazareno giró hacia la calle Biedmas y salida a Carretería, donde le esperaba Málaga. Tres mandos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) desfilaron tras el trono del Nazareno, invitados por la hermandad en agradecimiento por el esfuerzo de esta unidad en los trabajos de rescate del malagueño Jorge Gómez Varo, que falleció en el terremoto de México sufrido en septiembre.

La Virgen del Traspaso y la Soledad esperaba en su trono procesional mientras su cortejo de nazarenos con túnica negra se desplegaban hacia la calle Carretería. Las acólitas turiferarias se afanaban por cumplir su misión, siempre pegadas al trono para que una nube de incienso perfumara él caminos de la Virgen. La campana sonó y el trono salió poco a poco, sin mecidas, del interior de la casa hermandad. El sol iluminó rápidamente el rostro de la Virgen, resaltando la belleza de su rostro, elegantemente acompañado de una saya celeste con bordados de oro y manto negro. En su arrogante derecho, el detalle de un bastón de procesión con crespón negro, en memoria de Carlos Guirado, antiguo hermano mayor de Viñeros y recientemente fallecido.