El tiempo todo lo cura... Más, cuando se va a una. Y eso pasó ayer en Las Penas. No se notó que la hermandad está intervenida. Y ese es el mejor piropo. Renacer no está de más siempre y cuando sea para mejorar y destilar humildad.

Ayer el oratorio de Pozos Dulces fue un devenir constante de fieles, de devotos, de curiosos que querían ver el manto de la Virgen «de las flores» y la imponente figura del crucificado sobre la obra de arte que tiene como trono. Pero también había más cuchicheos de lo normal. Quinielas aquí y allá sobre cómo iba a darse el Martes Santo. Pero la realidad es que se dio como acostumbra, o eso pareció de puertas para fuera. Las mismas marchas, el mismo mimo y cuidado a la hora de poner los enseres en la calle. La singularidad de sus titulares, tallas devocionales que parecieran hablar con la mirada. El tiempo parecía haberse detenido ayer en Pozos Dulces para recordar a los hermanos, a aquellos que han tomado parte y a los que no, que las personas pasan y que es lo demás lo que permanece.

Las Penas no parecía ayer una cofradía intervenida, de no ser por la presencia de su comisario, Manuel Gordillo, o el pulular en un segundo plano de su ex hermano mayor, Francisco Calderón.

La Virgen de las Penas representaba la impavidez de su rostro. El dolor y la congoja contenida por el dolor de un hijo agonizante. Su manto, bordado en margaritas confeccionado durante cinco días a cargo de los operarios de parques y jardines del Ayuntamiento, aunque su diseño por primera vez en muchos años no corrió a cargo de Calderón. Lo hizo un reciente hermano, Manuel Rodríguez, que admitía la enorme responsabilidad de dibujar un manto merecedor de la virgen de Eslava Rubio. Confesó que había hecho 27 bocetos a ordenador antes de decantarse por la flor de lis y siete lágrimas que representaban los siete Dolores.

La puerta del edificio con los mejores frescos de Málaga se abrió a las 17.20 horas y sonó Cristo de la Agonía de Abel Moreno. Los nazarenos burdeos atravesaron el dintel de la puerta y, sigilosos, permitieron al trono tomar todo protagonismo. El crucificado de la Agonía avanzaba lentamente mientras algunos portadores cumplían un sueño y el Himno Nacional hizo el resto. Después, la magnífica banda de CCTT de la Esperanza, que el Martes Santo toma especial relevancia para poner música al Cristo de Francisco Buiza, tocó Ora pro Nobis. Tras subir la cruz del Señor Cristo del Amor hizo el resto.

Mientras, en el interior del oratorio de las Penas empezaban las primeras maniobras. Salían los nazarenos y la Asociación Musical Utrerana tomaba posición. Y vaya que sí lo hizo. Sin apenas tomar aliento, tocó seguidas, y con el trono arriba en un lujo para los sentidos María Santísima de las Penas, Pasa la Virgen de las Penas y María Santísima del Dulce Nombre.