El desaparecido Cristo del Rescate es una pieza anónima, «estimable artísticamente hablando», señala Juan Antonio Sánchez López, y se trata de una talla de vestir, supuestamente completa y englobada «en esa estética que parece granadina pero que no termina de serlo del todo por la convergencia de soluciones plásticas muy heterogéneas», lo que a su juicio evidencia que, probablemente, sea una imagen hecha en Málaga.

Hay que recordar que ya durante el siglo XVI y en la primera mitad del XVII hay una importante presencia de escultores granadinos en Málaga, «aunque el gran revulsivo es Pedro de Mena, que estuvo 30 años en Málaga». De hecho, destaca el catedrático de Historia del Arte, la influencia granadina llega hasta Fernando Ortiz, en el XVIII.

Esa influencia se aprecia en el rostro muy fino y alargado del Cristo del Rescate, las facciones esquemáticas, la barba puntiaguda, y «fisonómicamente, muy suave todo el modelado, incluso aniñando las facciones».

En cuanto a su origen, está relacionado con el conocido como Conventico, destruido en un incendio en 1901, mucho después de su desamortización y ya muy transformado. Se trataba de un convento en la actual manzana de Liborio García con Marín García y Mesón de Vélez, de la orden de los trinitarios descalzos.

Está documentado que la imagen participa en la procesión para celebrar la consagración de la iglesia conventual en 1715. Estamos por tanto ante una escultura que puede datar de comienzos del XVIII y que además sería una de las primeras de toda España con la advocación del Cristo del Rescate.

Como recuerda el profesor, en 1682 tiene lugar el famoso rescate de la imagen de un Cristo en manos del sultán de Marruecos, quien pese a exigir que se le pague su peso en oro, sólo recibirá tres monedas, porque la balanza se niveló de forma milagrosa sólo con esa cantidad. De ahí viene la advocación real de Nuestro Padre Jesús Nazareno Cautivo y Rescatado; la talla original es el Cristo de Medinaceli de Madrid, aunque la imagen, de regreso a la península, se paseó por toda España. «Para los trinitarios es como una política de marca y todos sus conventos tendrán imágenes de esta advocación del Rescate».

La imagen del Cristo del Rescate pasa a San Juan después de 1835 y termina en la iglesia de Santo Domingo, que es donde la queman en mayo del 31. No sólo se perdió la talla, sino también el grupo escultórico que la acompañaba y que es muy posterior. A este respecto, un cofrade fundador de la Archicofradía de Pasión, ya fallecido, recordaba que, en Málaga en esos comienzos de los años 30, los tronos se podían dejar durante meses montados en las iglesias, lo que explicaría que se perdieran tantos tronos y grupos escultóricos. «Si esto en vez de pasar en mayo pasa en octubre, las cosas a lo mejor no hubieran sido iguales», aventura el catedrático.

El grupo escultórico en cuestión era una obra del valenciano Pío Mollar estrenada en 1927, coincidiendo con el desarrollo de la moderna Semana Santa en los años 20 del siglo pasado, pues hasta entonces, como recuerda el experto, la mayoría de los cristos salían solos.

Donde sí sobrevive esta moda con esculturas de comienzos del XX es en Jerez: «Te encuentras una imagen del XVII o XVII y todo el misterio es valenciano». Para el catedrático de Historia del Arte la impronta de las piezas las asemeja a «figuras de Nacimiento gigantes, pero aparte de tener su gracia han tenido el sentido común de no cambiarlas; y no son malas figuras escultóricamente hablando», sentencia.

El grupo de Pío Mollar para el Rescate estaba formado por un soldado romano, un sayón y Judas con la bolsa de monedas. El contraste de la talla del XVIII con las figuras, considera, «no estaba mal», aunque la calidad de las piezas del valenciano fuera inferior a las de Jerez, si bien siempre con el hándicap de no poder examinar las imágenes. De cualquier forma, el Cristo y las tres esculturas valencianas formaban «una mezcolanza iconográfica muy interesante».