Las calles dormían bajo una fina y brillante capa de humedad que hacía relucir a los adoquines. Las luces, encendidas, señalaban un camino hacia todas partes, hacia ninguno. Nadie se guiaba por ellas, puesto que ningún caminante interrumpía la noche, ningún ruido. Era una noche de paz para la ciudad.

Larios, Constitución, Especería,

Calles de uno y otro postín,

Por tus calles no caminaría

Esa noche de familia y festín.

El puente malagueño y solidario de los alemanes cruza un río mil veces inundado, otras tantas reconstruido y más calamidades llorado, y nos guía a la iglesia dominica. A su espalda el silencio se rompe por tristezas, frío y sinsabores de cientos de vidas, cientos de historias. Unos ángeles sirven la cena de esta destacada noche, una noche más, a personas sin casa, personas que una vez tuvieron y ahora no tienen, personas que nunca han tenido, personas que esta Nochebuena encuentran esperanza, algo de compañía, gracias a manos solidarias.