En estas fiestas de Navidad nos sentimos inclinados a la dulce melancolía del recuerdo de personas que pasaron, o de la cálida presencia de las que nos acompañan. Con ese halo de sentimientos íntimos, presentidos recíprocamente en los demás, gustamos de estos días últimos del año que nos predisponen a acumular fuerzas para el que comienza.

El punto de salida del Año Nuevo, como un mar con sus tempestades y bonanzas, nos volverá a llevar al nuevo puerto del próximo año, ya más experimentados navegantes. Durante esta travesía anual habremos aprendido una cantidad de recursos que poco a poco van mejorando nuestra experiencia, con el timón del amor, con la vela de nuestra decidida voluntad, y con los amarres de nuestras tradiciones. Somos navegantes que en nuestro diario de abordo anotamos nuestras travesías cada Año Nuevo y revisamos cada Navidad.