La Semana Santa es un escaparate si se salta uno el sello de religiosidad popular que lleva aparejado el hecho cofrade. Y así lo han entendido políticos, famosos y personajes medio conocidos que se pasean por Málaga para dar la mano cuantas veces haga falta, sonreír hacia donde les pidan y repartir abrazos a diestro y siniestro.

El epicentro de la política nacional. Ayer, algunas casas hermandad parecían el Senado, el Parlamento o el Congreso de los Diputados, aunque incluso aquí, en esta semana en la que impera el espíritu religioso, no se dan la paz, que diría un cura. Por ejemplo, en Fusionadas no se hicieron una foto conjunta populares y socialistas. En San Juan coincidieron la plana mayor del PP con la del PSOE. Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP andaluz y líder de la oposición en el Parlamento andaluz, saca Exaltación y estaba, con su túnica, en la iglesia. De repente aparecieron los ministros Zoido, Dolores de Cospedal y Rafael Catalá, a quien le gusta más Málaga que su escaño del Congreso de los Diputados. Por supuesto, estaban el alcalde y Elías Bendodo y una pléyade de diputados, senadores y concejales. Al mismo tiempo, o un poco antes, llegó Susana Díaz, presidenta de la Junta y azote de propios y ajenos. ¡Una trianera en la Semana Santa de Málaga! Pues sí. Aunque hubo que ayudarla a dar el martillazo, lo que se explica por la confusión que para la sevillana puede haber entre un trono de varales que funciona con la campana y un paso de costal, que tiene llamador. Junto a ella, José Luis Ruiz Espejo, flamante secretario provincial del PSOE, y Daniel Pérez, líder del grupo municipal socialista. Por allí también estaba Juan Cassá, portavoz municipal de Ciudadanos. Lo mismo, o parecido, se formó en la salida de la Paloma, a la que acudió además Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, o el exalcalde de la Villa y Corte, José María Álvarez del Manzano, muy vinculado desde hace años con esta hermandad. Hubo fotos y risas, pero pocos abrazos.

Saludo. Carlos Herrera, el periodista de Cope, llegó ayer a la Paloma y se encontró con seis guardias civiles. Herrera, sevillano de pro, se acercó uno a uno a los funcionarios y los saludó y estos les respondieron cuadrándose. Debe ser que aquello del micrófono impone respeto a los del instituto armado, porque parecía el director general de la Guardia Civil pasando revista.