Los cofrades cerraron ayer una semana de traslados. La mayor parte de las hermandades han completado su tránsito hacia sus tronos procesionales, salvo algunas excepciones. Sin embargo, fue la lluvia inoportuna y temida, a partir de las nueve de la noche, la que marcó la noche.

La novedad de este año fue el vía crucis de traslado organizado por la Congregación de Mena, que abrió una nueva cita cofrade que, con el tiempo pasará de ser una novedad a ser imprescindible. El Cristo de la Buena Muerte además vivió un momento histórico frente al convento de las Hermanas de la Cruz, donde la Virgen de la Soledad, de Ávalos, estaba esperando en la puerta. La lluvia, que obligó a poner unos plásticos, no impidió el emotivo reencuentro de las dos imágenes.

El Sábado de Pasión es día de traslados populares. Misericordia tuvo que dejar su habitual traslado multitudinario en la mínima expresión. Apenas salir y entrar en la casa hermandad, para evitar que los titulares se mojaran. Eso sí, al menos estrenaron la casa hermandad.

Zamarrilla es otra de esas cofradías que concitan a muchas personas en su traslado, pero en el que la lluvia alteró todo. La Virgen se tuvo que refugiar en la casa hermandad del Cautivo, mientras que el Santo Suplicio –que iba en el traslado– y el Cristo de los Milagros fueron a la casa hermandad del Santo Traslado.

La Virgen de la Caridad hizo un recorrido que le permitió reencontrarse con su barrio, mientras que la Sentencia llenó el Centro con la gran Agrupación Musical de Sierra de Yeguas.

El Sepulcro impuso su habitual seriedad en su acortado recorrido por el Centro, tras el retraso de una hora por la lluvia.